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Pero, así bramen vientos y se refosquen cielos, hacia estas islas sacras retornará sus vuelos, ¡como el ave que vuelve a su nidal de amor! Abril, 1920. Mujer, ¿te acuerdas? Con la sien caída, en tu palor marmóreo de azucena, desleías, como un alma buena, todo el rosal de una ilusión perdida. Aquella tarde fué.

No es rara la somnolencia en este estado, aun en medio de los mas violentos calosfríos; el enfermo parece consumirse en pocas horas, los ojos se hunden, la estancacion de sangre en los capilares produce la cianosis, un frio marmóreo se estiende por la periferia y mas principalmente en el interior, ó se presenta en el epigastrio una sensacion de ardor quemante llena de ansiedad.

»Estas habitaciones me dan frío; en ellas tengo miedo, y al encontrarme ante un busto marmóreo o uno de esos inmóviles retratos que adornan sus paredes, resurge en la Antoñita de siempre. ¡Temo que soy la misma, Amaury!

Y por eso tu estátua no erigieron, De pié, sobre marmóreo pedestal, Ni entonaron el himno funerario Los poetas en coro universal... Mas qué importan las pompas de la tierra Que no mira en su necia vanidad, Que mientras honra la corteza fria El alma noble en el empíreo está!

Todo el terreno circunvecino está cuajado de escombros, y cada vez que el arado pasa por allí arranca de entre la tierra algun músculo marmóreo de esa civilizacion romana inhumada por los siglos allí. La mencion de esas ruinas me hace recordar una anécdota de viaje.

Claro está que aquel jaque fiero, que espada en mano se arroja sobre su adversario, va a partirle el corazón de una buena estocada. ¡Qué bien amanecía en aquel Daubigny! ¡Con qué naturalidad pastaban aquellos carneros de Jacque, tasados en mil francos cada uno! doce tenía el cuadro . ¡Qué piececitos tan blancos mojaba en el marmóreo tazón la sultana favorita, de Cala y Moya!

El mismo silencio obstinado por parte de Fernanda. Las atenciones de Granate no le arrancan ni una sonrisa ni una palabra de gracias; sus ademanes grotescos y los desatinos que de vez en cuando deja escapar tampoco hacen surgir en el semblante marmóreo de la joven un gesto de fatiga o disgusto. A ratos dormita, a ratos contempla con ojos atónitos el paisaje.

Ansioso de ver la obra terminada, constitúyese en ella diariamente el infatigable anciano, mira con placer rodar sobre el marmóreo pavimento romano los fustes y capiteles que habian sustentado la enseña de Cristo confundidos con los pilares en que se habia sostenido la glorificacion del sensualismo; píntase en su atezado y enjuto rostro la alegría cuando ve enteras las magníficas columnas corintias tendidas á sus piés; confundido con la turba de los obreros, entre cuyos variados trages, indicio inequívoco de diversidad de naciones, se divisa con frecuencia la blancura de su ámplia vestidura habitual y de su turbante de finísimo lino, dispone solícito la conservacion de aquellos preciosos fragmentos, los hace clasificar cuidadosamente, manda que se unan á los que sus walíes le van enviando de Itálica y Mérida, y al mismo tiempo que avanza la obra de demolicion, promuévense sin levantar mano los trabajos para la construccion nueva. ¡Qué actividad, qué movimiento en toda la ciudad y sus cercanías!

Mas con todo eso, hay en la extraña inmovilidad de sus ojos y en la fijeza de los rasgos de su fisonomía algo marmóreo y cadavérico que, irradiando sobre toda su persona, la comunica el sello de la vejez. Al mismo tiempo su modo de vestir es harto severo para un joven.

Velasco silbó tres veces muy quedo y pronunció en seguida una palabra incomprensible. La puertecita abriose, y entraron. Estaban en una cuadra angosta y profunda. Hacia la derecha, pequeño aras marmóreo, cubierto de una piel de cordero, se diseñaba con misterioso claroscuro.