United States or Saint Lucia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Se llamaba Luna, y podía aspirar a todo sin miedo, pues hasta papas había en la familia. Los canónigos llevábanse al pequeño a la sacristía, antes del coro, para hacerle preguntas sobre sus estudios.

Mas, era tarde: lo único que se encontró del célebre Franklin, fueron sus huesos. Mientras tanto, llevábanse á cabo algunos viajes más largos al par que más afortunados hacia el polo antártico. Aquí, nada de esa mezcla de tierra, mar, hielos y deshielos tempestuosos que constituyen la faz horrible de la Groenlandia; sino un gran mar sin límites, con oleaje fuerte y violento.

Otros encapuchados ostentaban en las manos largas trompetas adornadas con paños verdes de flecos de oro. Llevábanse las boquillas de los instrumentos a un agujero de sus antifaces, y un trompeteo desgarrador, un toque de suplicio, cortaba el silencio. Pero este rugido espeluznante no despertaba eco alguno en las almas haciéndolas pensar en la muerte.

El poético aparato del culto católico imponíase a la muchedumbre con toda su fuerza sugestiva. Las mujeres llevábanse las manos a los ojos, humedecidos sin saber por qué, y las viejas golpeábanse con furia el pecho, entre suspiros de agonizante, lanzando un «¡Señor, Dios míoque hacía volver con inquietud la cabeza a los más próximos.

Las españolas, consideradas mejores que las flamencas é italianas, eran hechas de madera á torno, que se breaba exteriormente: llevábanse para ellas hierros de respeto, cuero curtido, tachuelas, morterete y zunchos, siendo cargo del calafate componer los desperfectos.

Llevábanse á suamada unos soldados enemigos, y miéntras la estaba defendiendo contra ellos, le viniéron á decir que otros Hircanos se llevaban de allí cerca á su madre; y abandonó llorando á su querida, por libertar á la madre.

Las mujeres, puestas de pie sobre las sillas, miraban con nerviosa curiosidad la nube de humo erizada de relámpagos que se acercaba, dejando tras un ambiente cargado de azufre y voladoras pavesas; y cuando el estruendo llegaba frente a ellas, cubríanse los rostros con los abanicos, hundían la cabeza en el pecho, o sin dejar de reír, llevábanse las manos a los oídos, como si no pudieran resistir el trueno continuo, cuya intensidad subía o bajaba, llegando en algunos instantes, con la violencia de la explosión, a hacer el vacío, dejando sin aire los pulmones.

No es posible figurarse lo que fué esa guerra hace cien ó doscientos años, cuando abundaban las ballenas, navegando por familias; cuando las tribus anfibias cubrían todas las costas. Llevábanse á cabo carnicerías inmensas, derramábase la sangre en abundancia, como no se había visto ni en las más grandes batallas.