United States or Hungary ? Vote for the TOP Country of the Week !


Al fin se puso de pie después de largas vacilaciones, y al recobrar su posición vertical, los árboles más altos quedaron á la altura de su pecho. Todo su busto sobrepasaba la centenaria vegetación, y la muchedumbre de enanos, casi invisible bajo el ramaje, saludó con un largo rugido la cabeza del gigante al surgir ésta por encima del bosque.

Al fin, la faz levantando, en su mirada infinita, avara, á Ataide abarcando, dijo, con voz inaudita, cual consigo misma hablando: ¡Maldita de Dios! ¡Maldita! Luégo, su voz lastimera resonó, vibrante, fiera, aterradora, sombría, cual rugido de pantera, que al temor se desespera de que la roben su cría.

El criado, sin responder, saliose un momento del cuarto y no tardó en aparecer con un descomunal serpentón entre las manos. Y sin respeto alguno a su amo aplicó los labios a la boquilla y produjo un ruido temeroso semejante al rugido de un león.

El techo del paseo y los gruesos cristales del mirador temblaron con el rugido armonioso de los cobres. Ya zarpa el buque dijo Maltrana levantándose de un salto . Mire usted cómo se va moviendo la isla. ¡Nos vamos!, ¡nos vamos!... Eso que toca la música es magnífico; jamás he oído nada tan solemne; es el saludo a la esperanza, la gran marcha triunfal de la ilusión.

Obedecí maquinalmente. Silbó a mi oído una bala, un segundo rugido desgarró el silencio del crepúsculo y el terrible animal, dando un salto enorme, cayó muerto a mis pies... Mi salvador era un joven oficial de cazadores, casado con una preciosa criolla y padre de una deliciosa niña, que podría ser bien la persona en cuestión, si es la misma familia...

De vez en cuando, la campana era volteada por ocultos obreros, y se cerraba su chorro luminoso; pero de nuevo tornaba el cono hacia arriba y surgía el chorro con mayor rugido, con tonos azulados que iban pasando por todos los colores del iris. Fuera del taller aún era de día.

El murmullo de los pequeños torrentes, el rugido lejano de las ondas y el estremecimiento de los álamos, movidos por el viento, se armonizan con una dulzura indefinible y llevan al alma una languidez y una turbación deliciosa que se quisiera prolongar.

Cuatro marineros daban la última mano en cada una al arreglo del aparejo, dirigiendo de vez en cuando miradas escrutadoras ora a la ría, bien a las calles que desembocaban en el muelle. Los señores no aparecían y la marea ya había bajado dos pies y medio. Alguno de los marineros expresaba sus impresiones desagradables por la tardanza con un rugido no bastante fashionable.

Montiño y Saltillo se echaron á reir. ¿No decía yo que os íbais á divertir, alférez? dijo Montiño, parando un tajo de don Bernardino ; pues ya os habéis reído, y ahora veréis. ¿Qué hacéis ahí, don murciélago, puesto á la sombra? añadió, dirigiéndose al que el alférez había llamado Velludo. Y tras estas palabras le metió un cintarazo. Velludo dió un rugido, desnudó su espada, y se fué á Montiño.

Un rugido de D. Primitivo les obligó á interrumpir el diálogo. Extático, con los brazos cruzados sobre el pecho, contemplaba sin pestañear un cuadro de lechugas, mientras los compañeros le miraban sin comprender el motivo de tal sorpresa. Al fin, después de largo silencio, exclamó con voz ronca: ¡Si no lo viese por mis ojos, nunca lo creyera!