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Sólo quedaban al lado de Juanón los que eran de la sierra y marchaban a tientas por las calles, asombrados de ir de un lado a otro, sin ver a nadie, como si la ciudad estuviese deshabitada. Ni Salvatierra está en Jerez, ni sabe nada de esto dijo el Maestrico a Juanón. Me paece que nos la han dao. Lo mismo creo contestó el atleta. ¿Y qué vamos a jacer?

¿Pero a qué vienen esos lloriqueos?... Almudenilla, si yo te quiero... Amos, no me des disgustos. Ora ti, casa tuya, ver galán bunito, jacer cariños él. ¿Yo? ¡Estás fresco! ¡, , para él estaba! ¿Pero qué te has creído? ¡Valiente caso hago yo de esa estantigua! Tiene más años que la Cuesta de la Vega: es pariente de mi señora, y por encargo de esta se le recogió para llevarle a casa.

Corrí yo entonces a rematarla con otro tiro de mi escopeta; pero me detuvo Chisco, diciéndome mientras cargaba apresurado la suya igual que hacía Pito por su parte: Guarde esas balas por lo que puede suceder de prontu. Pa lo que usté desea jacer, con el cachorriyu sobra.

«Pues a lo que íbamos, Almudena dijo la señá Benina, quitándose el pañuelo para volver a ponérselo, como persona desasosegada y nerviosa que quiere ventilarse la cabeza . Tengo un grave compromiso, y , nada más que , puedes sacarme de él. Dicermi ella, ... ¿Qué pensabas hacer esta tarde? En casa , mocha que jacer : lavar ropa , coser mocha, remendar mocha.

Los hombres de la gañanía que aún no dormían habíanse agrupado en torno de Salvatierra. Nosotros somos mandaos dijo el arreador. ¿Qué hemos de jacer, pobres de nosotros? Eso, a los amos, que son los que nos mandan.

No, no lo creí... Era que la pobreza me cegaba... Y no lo creo, no. Perdóneme Dios el mal pensamiento de llamar al diablo con todos esos arrumacos; perdóneme también la Virgen Santísima. Si no valer eso poique ser muquier... replicó Almudena vergonzoso , saber otra cosa... que si jacer , coger has tuda la diniera que querier.

Como que no tenía otra cosa que jacer... respondió el mozallón admirado de la pregunta. Sin acordarte maldita la cosa insistió Neluco , del susto que dabas a tu familia y a todo el pueblo... Se encogió de hombros el interpelado, como si entonces cayera en ello por primera vez.

Confesábase un gitano, ladrón empedernido y díjole el cura: ¿Qué harías, infeliz, si el Juez Supremo te llamara ahora al juicio? ¿Pues qué había de jacer?... ¡No dir!...

Rafael, que era ya un mocetón de dieciocho años, endurecido por el trabajo, se presentó en la viña para dar la mala noticia a su padrino. Muchacho, ¿y ahora qué va a jacer? preguntó el capataz interesándose por su ahijado. El mocetón sonrió al oír hablar de una colocación en otro cortijo. ¡Nada de trabajar la tierra! La aborrecía.

¡Bah, bah! refunfuñó el aludido revolviéndose un poco , no me rompas la cabeza. puedes jacer lo que te acomode, que yo bien lo que me hice. ¡Jinojo! replicó don Sabas , es que el miramiento ése fue tal, que si no topo ahora mesmo con Neluco, se pasa el santo día sin que yo me entere de lo que a ti te pasó anoche.