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Los principiantes no deben fiarse en las dósis miasmáticas, imponderables, infinitesimales, dinamizadas, como quieran llamarlas, sin estar antes convencidos por mismos de su eficacia en los casos en que la accion del medicamento esté en relacion con la enfermedad. La última ilusion que les abandona, es la que les hace recordar el gran poder curativo de las dósis fuertes.

No fiándose de nadie, y mucho menos de su doncella, a costa de imponderables indagaciones y pesquisas adquirió una niñera por el estilo de la que ella había tenido, y a esta niñera encomendó el cuidado incesante de su hija. Ambas habían de vivir en casa, apartadas de todo trato y comercio con la servidumbre de ella, y de todo roce con el ceremonial mundano que en ella se seguía.

Sin fuerza y medio muertos la mitad de los pasageros con las imponderables bascas que causa el balance de un navío en los nervios y en todos los humores que en opuestas direcciones se agitan, ni aun para temer el riesgo tenian ánimo: la otra mitad gritaba y rezaba; estaban rasgadas las velas, las xarcias rotas, y abierta la nave: quien podia trabajaba, nadie se entendia, y nadie mandaba. Algo ayudaba á la faena el anabautista, que estaba sobre el combes, quando un furioso marinero le pega un fiero embion, y le derriba en las tablas; pero fué tanto el esfuerzo que al empujarle hizo, que se cayó de cabeza fuera del navío, y se quedó colgado y agarrado de una porcion del mástil roto. Acudió el buen Santiago á socorrerle, y le ayudó á subir; pero con la fuerza que para ello hizo, se cayó en la mar á vista del marinero que le dexó ahogarse, sin dignarse siquiera de mirarle. Candido que se acerca, y ve á su bienhechor que viene un instante sobre el agua, y que se hunde para siempre, se quiere tirar tras de el al mar; pero le detiene el filósofo Panglós, demostrándole que habia sido criada la cala de Lisboa con destino á que se ahogara en ella el anabautista. Probándolo estaba

Las enseñanzas recibidas en su juventud, el espíritu metódico y práctico de su raza, le reanimaron. «Lo que una persona hace, otra puede hacerlo también.» Y recomendándose á las potencias misteriosas é imponderables que rigen nuestra existencia y á veces nos protegen con inexplicable predilección, envió el lazo por el aire, casi sin mirar, confiándose á la suerte y á su instinto.

Sin poner en cuenta los temporales, los huracanes, las polvaderas por un lado, la falta de agua, de abrigo y de recursos por otro, son imponderables las dificultades que presenta el vado de los infinitos arroyos y cañadas que inundan todo el camino; sobre todo el de los rios de Santiago, del rio Pasage, del Tercero de Córdoba en el verano, de los arroyos de Buenos Aires en el invierno.

Las orillas de esta semicatarata son de una rudeza y amenidad imponderables, así como es muy celebrada, y ciertamente fresquísima y muy delgada y gustosa, el agua de la gran fuente que de una peña brota al otro lado de aquel abismo.