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Después de esto había en el manuscrito que me había entregado mi amigo el loquero del hospital de Zaragoza, algunas hojas rasgadas.

Las paredes estaban rasgadas por ventanales de blancos vidrios y en los dos frontis se abrían dos grandes rosetones, también blancos, por uno de los cuales penetraba el sol, moviéndose en su faja de luz las inquietas e irisadas moléculas de polvo.

Esta servidumbre de doncellas parece que alegra; me recuerda las horchaterías y algunos cafés de la Exposición...». Al Marqués le era indiferente el cambio. De todas suertes él no pecaba en casa ni siquiera dentro del casco de la población. El comedor era cuadrado, tenía vistas a la huerta y al patio mediante cuatro grandes ventanas rasgadas hasta cerca del techo, no muy alto.

Su elevación, indiferente casi en los méganos ó colinas de arena que es fácil remontar, impone y llama la atención al pie de las costas rasgadas. Ese dilatado muro de treinta leguas no tiene muchas escaleras: sus estrechas aberturas que constituyen nuestros puertezuelos, están bastante distantes la una de la otra.

Algunos reflejos de tenue luz entraban por dos altas y rasgadas ventanas laterales, cubiertas ambas con grandes cortinones de rojo damasco, desteñido y empolvado.

Y de sus bóvedas altas y tupidas, rasgadas a veces por singular capricho para que se viese el cielo, bajaba más grata frescura, un silencio más religioso que de las naves de piedra de nuestras iglesias góticas. La luz, entrando con esfuerzo al través de aquella múltiple celosía, caía sobre el césped discreta, misteriosa, llena de exquisita dulzura, convidando a las emociones profundas y suaves.

Y durante miles y miles de años reinaba sobre el mundo la divinidad benéfica y consoladora que el héroe sombrío había dado a los humanos, pagando esta generosidad con el tormento de sus entrañas rasgadas por el águila, «perro alado de Zeus». Ella conducía los rebaños de hombres en armas; ella había aleteado ante las proas de los descubridores; ella conmovía con su paso quedo el silencio cerrado donde meditan sabios y artistas; ella guiaba las muchedumbres ansiosas de bienestar y amplio emplazamiento que se descuajan de un hemisferio para ir a replantarse en el otro.

A las tres y media Federico se alzó sobre sus estribos y lanzó una exclamación. Al través de rasgadas nubes brillaban las estrellas, y frente a él, más allá de la llanura, se alzaban dos agujas, dos astas de banderas y una silueta de objetos negros escalonados. Federico sacudió sus espuelas y blandió su riata.

Estas construcciones adicionales, por grande que fuese la munificencia de los fundadores, se hacian todas con la mayor sencillez: paredes lisas, con lucientes alizares á lo sumo, despues que el gusto oriental se fué infiltrando en el arte cristiano; pavimentos de piedra comun, techos de madera, descubriendo la armadura del comblo, ó de bóveda latina; ventanas poco rasgadas con arco de medio punto; puertas cuadradas ó de plena cimbra, con escasísimo ornato, reducido por lo comun á un simple cordon de piedra ó de ladrillo marcando la curva de la archivolta.

Amanecía: el sol, como amante presuroso, arrancaba a la tierra su túnica de nieblas, y de entre las sombras rasgadas por el claror del día iban surgiendo las formas de las cosas.