United States or Åland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Indudablemente su situación, la de Bonis, se había complicado desde la noche anterior. «Hueles a polvos de arroz», había dicho la engañada esposa, tres veces lo había dicho, y en vez de irritarse... de envenenarle o ahorcarle... ¡cosa más rara!...

¡Ah! exclamó con disgusto doña Ana. Fué la manera más pronta que se me ocurrió de señalarla. ¿Pero has visto esa señal? No; pero un día, don Rodrigo, que quiere más de lo que parece á la Dorotea, me dijo: Juan, yo te he hecho hombre. Indudablemente, señor le contesté. Eres listo y astuto y parece que hueles las cosas. ¿Qué hay que averiguar? sabes cuánto quiero á la Dorotea. , señor.

Sin querer, Bonis se dijo a mismo muy para sus adentros el sustancioso símil «un rayo que hubiera caído a mis pies, etc.», y por una asociación de ideas, añadió por cuenta propia: «¡Mal rayo me parta! ¡Maldita sea mi suerte!». Hueles a polvos de arroz repitió Emma. Tampoco ahora contestó Bonis en voz alta.

Porque ¿quién le dice a esta.... 'Mira, , huelo a polvos de arroz, pero es porque... me abrazó y me besó... ¡el tenor de la Compañía italiana!?». Hueles a polvos de arroz dijo por tercera vez la esposa desvelada. Y con gran sorpresa del marido, un brazo que salió de entre la ropa del lecho no se alargó en ademán agresivo, sino que suavemente rodeó la cabeza de Bonis y la oprimió sin ira.

...serrrvir a usted. En cuanto se quedaron solos don Santiago y su mujer, se levantó ésta y abrió las vidrieras del balcón. ¿Qué haces, alma de Dios? preguntola el pobre hombre, a quien asustaban entonces los aires colados. Purificar esto. ¿No hueles la peste?

Has nacido en la huerta de Valencia hueles a naranjal y a limonero, y en tus ojos, de encanto zalamero, brilla como una estrella tu inocencia. Llena la Huerta tu gentil presencia y encantas con tu gracia al mundo entero, haciendo resbalar por el pandero tus dedos, que de nardos son la esencia.

De Pas notó el cambio. ¿Me haces el favor de leer lo que dicen estas letras borradas?... yo no veo bien. De Pas se acercó y leyó. ¡Chico apestas!... ¿qué has bebido? Don Fermín irguió la cabeza y miró al Obispo sorprendido y ceñudo. ¿Que apesto? ¿por qué? A bebida hueles... no a qué... a ron... qué yo. De Pas encogió los hombros dando a entender que la observación era impertinente y baladí.

A los cinco minutos Emma abrió los ojos desmesuradamente, y con una tranquilidad fría y perezosa, dijo, en una voz apagada que horrorizaba siempre a Bonis: Hueles a polvos de arroz. En las novelas románticas de aquel tiempo usaban los autores muy a menudo, en las circunstancias críticas, esta frase expresiva: «¡Un rayo que hubiera caído a sus pies no le hubiera causado mayor espanto!».

Benina repitió con humildad lo dicho anteriormente: que había concluido tarde en casa de D. Romualdo; que D. Carlos Trujillo la entretuvo la mar de tiempo; que había ido después a la calle de la Cabeza... «Sabe Dios, sabe Dios lo que habrás hecho , correntona, y en qué sitios habrás estado... A ver, a ver si hueles a vino».

Era la esposa del propietario, rubia, con ojos negros; poseía un cutis nacarado. Su talle esbelto lo ocultaba un espléndido salto de cama. ¿Para qué necesito yo salir al campo de madrugada, si el campo viene a mi cuarto...? Hueles a mejorana... hueles a romero... hueles a malva rosa decía colgada a su cuello como una niña mimosa.