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En efecto, tardó en volver, y yo comencé a sentirme agitado y algo pesaroso de lo hecho. ¿Qué diría el conde al saber que un quídam, con quien no había cruzado la palabra siquiera, venía a molestarle para un asunto tan baladí e impropio de sus años y jerarquía? Entonces vi la fase ridícula de mi proyecto, y me sentí fuertemente avergonzado.

El alma de la mujer podía en ella más que el instinto de la hembra. El amor material le pareció cosa baladí. Se había entregado; bueno ¿y qué? ¿no era libre? ¡así como así, jamás había de pertenecer a otro! No en vano tenía metida en el cerebro la vehemencia romántica de cuantas escenas dramáticas leyó y vio representar. A medio día salió al ensayo.

Una vez que descubría el ansiado secreto, aunque fuese la cosa más baladí, recobraba la calma y serenidad, volvía a su ser dulce, pacífico, inofensivo. Algunos sujetos maleantes, como don Martín, el P. Narciso, D. Joaquín y otros, solían embromarla fingiendo algún misterio entre ellos, la atormentaban, le hacían perder el juicio de pura curiosidad.

No parece sino que para ellos el estudio de la teología, a que me he dedicado, es contrario del todo al conocimiento de las cosas naturales. ¡Cuánto han admirado mi erudición al verme distinguir en las viñas, donde apenas empiezan a brotar los pámpanos, la cepa Pedro-Jiménez de la baladí y de la Don-Bueno! ¡Cuánto han admirado también que en los verdes sembrados sepa yo distinguir la cebada del trigo y el anís de las habas; que conozca muchos árboles frutales y de sombra; y que, aun de las yerbas que nacen espontáneamente en el campo, acierte yo con varios nombres y refiera bastantes condiciones y virtudes!

No traer sobre sino un vestidillo de tela baladí, hecho pedazos, y no pocas veces vestirse de pieles de animales; no traer otros zapatos que un pedazo de cuero crudo atado con otro cordel de cuero por las plantas de los piés, y en la cabeza, para reparo del sol ardientísimo que allí hace, uno como sombrero, pero también de cuero, la cama sin ningún alivio, la vianda ordinaria, un puñado de maíz, y éste tan escaso, que apenas era bastante para mantenerles las fuerzas, vivir gran tiempo sin el consuelo siquiera de ver á alguno de sus compañeros, y estando afligidos de largas y penosas enfermedades, no tener á dónde volver los ojos

De Pas notó el cambio. ¿Me haces el favor de leer lo que dicen estas letras borradas?... yo no veo bien. De Pas se acercó y leyó. ¡Chico apestas!... ¿qué has bebido? Don Fermín irguió la cabeza y miró al Obispo sorprendido y ceñudo. ¿Que apesto? ¿por qué? A bebida hueles... no a qué... a ron... qué yo. De Pas encogió los hombros dando a entender que la observación era impertinente y baladí.

Por influencia del clima, como ocurre al indio, el moro es apático y abandonado; reservado y suspicaz, pocas veces á entender sus pensamientos, que oculta hasta en lo más insignificante y baladí. Celosos de su nobleza, que fundan en larguísimos abolengos, son extremadamente orgullosos.

Nos sentimos contrariados, irritados de haber, siquiera momentáneamente, tenido miedo ó pasmádonos ante ser tan baladí. Hácese preciso decir á ese guerrero que llega soplando, roncando, echando pestes: «Valiente de mentirijillas, nada encierras dentro de ti: eres más bien máscara que ser: sin base, sin fijeza de la personalidad hasta el presente sólo posees el orgullo.

Ha conseguido volverme loco... me ha hecho perverso en todo sentido... ¡Ah! le juro que ella misma ha de convencerse de lo que digo. ¡Ahora hace un instante, me negaba un favor baladí... y todo por ultrajar a esa mujer... que vale bien poco, es verdad... pero que, de cualquier manera que sea, es mejor que ella...! ¡Pues bien, o nos dará una satisfacción a la baronesa y a , o le mataré a su marido!... De todos modos lo aborrezco; un hombre honrado y todo lo que se quiera... pero a quien aborrezco, ... ¡hará el retrato de mi amante o lo mandaré al otro mundo!...

Una mañana, como si fuera la cosa más natural del mundo, como si la noticia no desgarrase el corazón de nadie, como si se tratara de algo baladí y de poco momento, Ricardo entró en casa de Elorza, diciendo: Esta noche me ha llegado al fin el traslado para Valencia.