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La capilla de la catedral se trasladó en masa al coro de San Isidro reforzada por algunas partes rezagadas de la última compañía de zarzuela, que había tronado en Vetusta. Los sermones se encomendaron a otro jesuita, el Padre Martínez, que vino de muy lejos y cobrando muy caro.

Y ¿cómo era posible detener al Estado en la pendiente, por donde se encaminaba á su ruína, cuando las riendas del Gobierno se encomendaron á María Ana de Austria, mujer débil y dominada por intrigantes, cuando tan difíciles de manejar habían parecido á Felipe III y á Felipe IV? La deuda pública, por efecto de las guerras continuas, se había acrecido en una proporción monstruosa, y la despoblación había caminado al mismo paso: necesitábanse inagotables riquezas, sólo para encubrir algún tanto su ruína, y lo peor era que no existían tales riquezas.

Dos nobles amigos del barón le encomendaron á sus hijos, jóvenes y apuestos caballeros llamados Froilán de Roda y Gualtero de Pleyel, para que compartiesen con Roger de Clinton los honores, peligros y deberes del cargo de escuderos.

Dada cuenta al Cabildo de esta peticion, «los dichos asystente y oficiales fablaron sobrello. Et finalmente encomendaron y mandaron al jurado alfon garcía, escribano del dicho cabillo quel se informe y sepa si los dichos judíos solían pagar y pagauan los dichos cinco mil maravedises y ello por él sabido faga relaçión para el primero día de cabillo

21 Y como hubieron anunciado el Evangelio a aquella ciudad, y enseñado a muchos, volvieron a Listra, y a Iconio, y a Antioquía, 23 Y habiéndoles constituido ancianos en cada una de las Iglesias, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en el cual habían creído. 24 Y pasando por Pisidia vinieron a Panfilia. 25 Y habiendo predicado la Palabra en Perge, descendieron a Atalia;

Parece que consiguió el primer objeto, pero que el éxito del segundo fué tan desdichado, que renunció por completo á sus pretensiones, dedicándose sólo á la gestión de los negocios particulares, que se le encomendaron, y á vivir con el producto de sus escritos.

Pero ellos, que eran buenos cristianos, se encomendaron a este Señor, y salieron confiando en su amparo. Al emparejar con un olivar, se echaron en cara al ladrón, que les salía al encuentro con su trabuco en la mano. Echóselo al pecho y les apuntó.

El alcohol retemplaba el espíritu y el cuerpo de nuestro artista; era su ninfa Egeria, por decirlo así. Idea y fuerza, sentimiento y verdad, todo lo hallaba Baltasar en el fondo de una copa. Para celebrar el buen término de la obra que le encomendaron los agustinos, fuése Baltasar con sus amigos a la casa de bochas y se tomó una turca soberana.

El mismo escritor nos refiere: «que de cada parte de estas telas, estaban puestos sus paramentos de cendal verde sobre su casa de madera, é en cada canto habia un estandarte, é una lanza de cendal verde, y de cada parte habia ocho varas en canto de las dichas ocho telas cerca de los paramentos, de manera que habia diez y seis casas con sus paramentos, y los mantenedores estaban de parte del adarve en que se hallaba colocado el ReyLos infantes encomendaron el cargo de mantenedores de las telas á Diego Lopez de Sandoval adelantado de Castilla, á D. Fernando de Villena, á Mosen Bernal Centellas, á Luis de la Cerda, á Mosen Francisco Maza y otros, que tenian tambien otras personas que les auxiliasen.

Casi todos los cargos importantes de su corte se encomendaron á hombres ilustrados, capaces de apreciar las artes y la poesía, si ya no sobresalieron también en este concepto, como los condes de Lemos y de Villamediana . Una de las diversiones favoritas del Rey, después de cumplir con los deberes de su gobierno, á los cuales tal vez no dispensase toda la atención necesaria, era el de solazarse con improvisaciones y juegos poéticos.