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Le veía alto, esbelto, de un moreno pálido, con el calañés sobre un pañuelo rojo, por debajo del cual se escapaban bucles de pelo color de azabache, el cuerpo ágil vestido de terciopelo negro, la cintura cimbreante ceñida por una faja de seda purpúrea, las piernas enfundadas en polainas de cuero color de dátil: un caballero andante de las estepas andaluzas, casi igual a los apuestos tenores que ella había visto en Carmen abandonar el uniforme de soldado, víctimas del amor, para convertirse en contrabandistas.

Tengo ganas de entrar en la Trapa, mi querido cura. ¡Ah! si tuviese seguridad de que de cuando en cuando se me permitiría bailar con apuestos caballeros, como algunos que conozco, tened por por cierto que iría a refugiarme allí y a enterrar mi juventud y mi belleza. Pero creo que este género de distracciones no está muy de acuerdo con la regla de la Orden.

Con qué cuidado saqué de la gran caja, uno por uno, temeroso de romperlos, aquella multitud de zagalas y rabadanes que tejían danzas cerca del portal, y aquellos magos que seguidos de criados y soldados, tan suntuosos de vestidos como sus señores, y jinetes en caballos, elefantes y camellos, debían ser lo más lindo de aquel belén que tendría chozas y palacios, caminos de hierro y barcos de vapor, volcanes nevados, cascadas de brea, lagunas de cristal pobladas de ánades y garzas, catedrales y mezquitas, feroces beduinos y apuestos charros mexicanos que perseguían con el lazo al aire las reses montaraces.

Dos nobles amigos del barón le encomendaron á sus hijos, jóvenes y apuestos caballeros llamados Froilán de Roda y Gualtero de Pleyel, para que compartiesen con Roger de Clinton los honores, peligros y deberes del cargo de escuderos.

La Sagrario de otra época, con sus ilusiones de ser una gran señora, halagada por las palabras de jóvenes apuestos vestidos de colores como pájaros vistosos, no se hubiera fijado en un vagabundo envejecido por la miseria, feo y enfermo. Nos conocemos porque somos desgraciados. La miseria nos permite ver nuestras almas; en plena dicha jamás nos hubiéramos tropezado.

Así ocultos y protegidos, formaban nuestra derecha los arqueros, con los hombres de armas á la izquierda, los caballeros en el centro y detrás de ellos la mula del cobertor. Trescientos caballeros franceses se dirigieron hacia ella en línea recta, para empezar, y muy valientes y apuestos parecían, pero los cogió en el camino tal nublado de flechas que pocos escaparon con vida.

Si iba a una tertulia, un grupo de muchachos la tenía constantemente amurallada; si a la iglesia, otro grupo mayor la esperaba en correcta formación a la salida; si al paseo de la Castellana, apuestos caballeros galopaban en las inmediaciones de su coche sirviéndola de escolta. En el teatro veinte pares de gemelos estaban sin cesar posados sobre ella.

Los cinco hermanos se parecen: Altos, cenceños, apuestos, con los ojos duros y el corvar de la nariz soberbio. Don Farruquiño se distingue de los otros en que lleva tonsura y alzacuello. ¡Creéis que en casa de mi madre se comía con cucharas de madera! DON FARRUQUI

Acompañábanlos también otras muchas personas con los trajes más apuestos, saltando y bailando, como si fuese Carnaval, al compás de los instrumentos. El Rey fué á la iglesia de Santa María, próxima al palacio, y, después de oir la misa, regresó con un cirio en la mano.

Muchos de aquellos jóvenes apuestos de la milicia, no volvieron jamás á Sevilla, y perecieron víctimas del furor reaccionario, derramando su sangre generosa en defensa de la libertad.