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Dijéronle una vez que iba perdida la elección que él manejaba; gritó él furioso: «¿Perder el cura de Anles una elección?», y, al gritar, dio el más soberano puntapié a la urna, que era un puchero, haciéndola volar en miles de pedazos, desparramando las cédulas y logrando, con tan sencillo expediente, que su candidato triunfase. La hazaña le valió la gran cruz de Isabel la Católica.

Para hacerlo así marchó una mañana a Bellevue; cuando llegó a casa del pintor, dijéronle que Beatriz se hallaba en el jardín, probablemente en el taller de su marido. Este taller se encontraba a alguna distancia del caserío de la quinta, y no encontró en aquél sino a Jacques, trabajando concienzudamente en sus recuadros, que prometían ser verdaderas maravillas.

«Ya, ya sabemos que se le lleva consigo... dijéronle con retintín . Así se portan las mujeres de rumbo, que estiman a un hombre... Vaya, vaya, que eso es correrse... Bien se ve que se puede. ¡A ver!... Pero como a ustedes no les importa, yo digo... ¿Y qué? Pues na... En fin, aliviarse. ¡Contento que tiene usted al ciego Almudena! ¿Qué le pasa?

No miraron nada, antes el retor me dijo un responso; preguntó si estaba ya sin habla, y dijéronle que ; y con tanto, se fueron desesperados de hallar rastro, jurando el retor de remitirle si le topasen, y el corregidor de ahorcarle fuese quien fuese. Levantéme de la cama, y hasta hoy no se ha acabado de solemnizar la burla en Alcalá.

Tradiciones recogidas por Hozail sobre los merecimientos de la guerra santa en el Andalús. «Dijo Aixa, la muger del Profeta: llegará tiempo en que se pondrá fin á la guerra santa, si no es en cierta península que tiene por nombre Andalús en Maghreb l'Aksá, y el morabito, hombre de frontera en ella, ganará mas méritos que el mártir cuando viene bañado en su propia sangreTambien decia: «el mejor rebato sobre la haz de la tierra es el del Andalús: su oriente es enemigo, su ocaso es enemigo, su septentrion enemigo, y su mediodia enemigo tambienOtra tradicion decia: «Alzóse el Profeta de Dios en la mezquita cierto dia y estendió su mano hácia occidente como bendiciendo: dijéronle: ¿á quién bendices, oh Profeta de Allah?

Dijeronle que mas adelante habia un muchacho, que habia estado algun tiempo en una de esas ciudades, y que sabia la lengua de los cristianos: llegó allá el padre, dió con el muchacho, y vió que sabia español, aunque pronunciaba mal.

Pero en lo de los mundos misteriosos que se extienden encima y debajo, delante y detrás, fuera y dentro del nuestro, sus ojos veían claro, cuando veían, mismo como vosotras ver migo. Bueno: pues se le aparecieron dos ángeles, y como no era cosa de aparecérsele para no decir nada, dijéronle que venían de parte del Rey de baixo terra con una embajada para él.

Todos son buenas personas dijo Pablo con gran candor ; pero mi prima a todos les lleva inmensa ventaja.... ¿Y la Nela?, por Dios, ¿no traen a la Nela? Dijéronle que su lazarillo no parecía por la casa, ni podían ellos ocuparse en buscarla, lo que le causó grandísima pena. Procuraron calmarle, y como era de temer un acceso de fiebre, le acostaron, incitándole a dormir.

A la luz de quien le había abierto, reconocí á don Francisco de Quevedo, y como don Francisco de Quevedo es muy amigo del señor Juan Montiño, me dije: esperemos; por algo viene aquí don Francisco, que no acostumbra á perder el tiempo. Salió don Francisco y yo le seguí. Don Francisco se fué derecho á vuestra casa y llamó. Abriéronle y preguntó por vos. Dijéronle que habíais salido.

Sancho andaba mirando por la Dolorida, por ver qué rostro tenía sin las barbas, y si era tan hermosa sin ellas como su gallarda disposición prometía, pero dijéronle que, así como Clavileño bajó ardiendo por los aires y dio en el suelo, todo el escuadrón de las dueñas, con la Trifaldi, había desaparecido, y que ya iban rapadas y sin cañones.