United States or Algeria ? Vote for the TOP Country of the Week !


La innata debilidad de su carácter le obligaba a callar una noticia que muy pronto había de difundirse. Tenía miedo a la curiosidad pública, a las preguntas, a que en el rostro le adivinasen las causas de tal resolución. Y temblaba y se entristecía profundamente cada vez que, como ahora, le tocaban este punto. Hasta entonces no se había traslucido nada.

Quiso orar: no tenía pensamiento; no era ya más que una pavesa, una masa de ceniza. El viento le desmoronaba: se sentía difundirse en el espacio ardiente, se quemaba ya quemado.

La idea del matrimonio, aparte ser cien veces absurda, ni siquiera había prestado alientos al inocente impulso de un afecto que se bastaba a mismo para ser, se daba para difundirse y constituía un culto sin otro móvil que adorar. ¿Cuáles eran los sentimientos de Magdalena? Nunca me había preocupado de ellos.

El Dios de Gabriel, al perder la forma corporal que le habían dado las religiones y difundirse en la creación, perdía todos sus atributos. Al agigantarse para llenar el infinito, confundiéndose con él, se hacía tan sutil, tan impalpable para el pensamiento, que casi era un fantasma. El panteísmo, como decía Schopenhauer, equivale a licenciar a Dios por inútil.

Pero aún en los momentos en que la voz del ministro adquiría más fuerza y vigor, ascendiendo de una manera irresistible, con mayor amplitud y volumen, llenando la iglesia de tal modo que parecía querer abrirse paso al través de las paredes y difundirse en los espacios, aún entonces, si el oyente prestaba cuidadosa atención, con ese objeto determinado, podía descubrir también el mismo grito de dolor. ¿Qué era eso?

«No había allí barreras, en aquel momento, entre el templo y el mundo; la naturaleza entraba a borbotones por la puerta de la iglesia; en la música del órgano había recuerdos del verano, de las romerías alegres del campo, de los cánticos de los marineros a la orilla del mar; y había olor a tomillo y a madreselva, y olor a la playa, y olor arisco del monte, y dominándolos a todos olor místico, de poesía inefable... que arrancaba lágrimas...». La vigilia exaltaba los nervios de la Regenta.... Su pensamiento al remontarse se extraviaba y al difundirse se desvanecía.... Apoyó la cabeza contra la panza churrigueresca de un altar de piedra, nuevo, que era el principal de la capilla en que estaba, sumida en la sombra.

Avila resplandecía en el oro húmedo y blanquecino de la mañana, como una pequeña Jerusalén. La religiosa emoción la henchía, la perfumaba. Las flores de los árboles, asomando por encima de las tapias, pendían sobre las callejuelas. Impaciente alegría parecía bajar de las campanas silenciosas y difundirse sobre todo el caserío.

Los dos focos de la civilización americana, originados por la fertilidad del suelo en las dos regiones tropicales, con dos cosechas por año, aunque habían alcanzado a elaborar algunas construcciones permanentes, en templos, por supuesto, y a cierto desarrollo político y social, no habían llegado a ponerse en contacto, ni a difundirse mayormente, hasta la época del descubrimiento, por la falta del caballo, del buey, del elefante y del camello, que tanto contribuyeron en el viejo mundo a facilitar la circulación de los productos y de las ideas, y las invasiones que desempeñaron para la inteligencia humana el oficio destructor y fecundante a la vez, de las tormentas atmosféricas sobre el suelo.

Andalucía es un país de proletarios, donde el espíritu de propiedad no ha tenido ocasión de difundirse. Galicia, en cambio, es un país donde todos poseen algo, a excepción de algún escritor más o menos original, como el autor de esta crónica. ¿La emigración? me dice un amigo . Pero, ¿usted cree que la emigración es un mal?