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Y enumeraba todas las comidas de campo, con gentes ricas, que habían tenido como final esta broma ingeniosa. Luego, con gesto magnánimo, dio órdenes a su aperador. Entrega a esa pobre gente lo que necesite. Págale a la muchacha el jornal mientras esté enferma. Quiero que mi primo se convenza de que no soy tan malo como cree y que también hacer la caridad cuando me toca.

Muy sutil y poético está usted esta noche dijo Rafaela sonriendo . Y lo peor es que está usted muy razonador y dialéctico; y vamos, empiezo a tener miedo de que usted me convenza. Para huir del peligro me decido a poner término a este coloquio. Déme usted el brazo. Rafaela se levantó del sofá, tomó el brazo del Vizconde, recorrió las salas y fue saludando y hablando a multitud de personas.

Para eso tiene diez ó doce horas al dia. Esto se dice; pero no hallo en todo eso una razon que me convenza.

También consideraba insufrible su existencia de extranjero joven en este París agitado por la guerra. Debe uno ir enseñando los papeles á cada instante para que la policía se convenza de que no ha encontrado á un desertor.

Posible es también que dicha persona se niegue a recibirme yo directamente, o valiéndome de ti, pido a ella que me reciba. Importa, pues, que te dirijas a la criada de dicha persona y ganes su voluntad, con presentes o comoquiera que sea, para que ella hable con su ama y la convenza y la indine a darme la cita.

En dicha biblioteca guárdase también un ejemplar impreso, muy raro y antiguo de esta comedia, en que se atribuye á Lope de Vega, aunque esta indicación no nos convenza de su verdad, porque su estilo no es en general el de Lope, como lo demuestran estos versos de su principio, que copio á continuación: FILIPO. Pasemos los rigores de la siesta En el eterno abril de la floresta.

Quiero que vea usted cómo está la casa, para que se convenza de que aquí no pueden vivir cristianos. Pues mudarse. Pero, hijo, ¡qué tiranístico se ha vuelto! No he visto casero más malo... ¿Pero ni siquiera me blanqueará la cocina, que parece una carbonería? ¡Y hay cada agujero!... Yo no puedo vivir entre tanta suciedad. ¿Sabe lo que le digo?

Vamos, no dirá ella que no la obedezco; sus deseos son órdenes. Me ha dicho: 'Amigo mío, vete', y me voy. ¿Me querrá cuando me vaya? ¿Pensará en ...? Bien podría ser... ¡Si se convenciera de que el amor que tiene a su marido es como echar rosas a un burro para que se las coma, si se convenciera de esto...! Pero vaya usted a esperar que se convenza. No puede ser.

¡Sufrir... trabajar...! repitió el enfermo con amargura; ¡ah! facil es decirlo cuando no se sufre... ¡cuando el trabajo se premia!... Si vuestro Dios exige al hombre tanto sacrificio, al hombre que apenas puede contar con el presente y duda del mañana; si hubiese usted visto lo que yo, miserables, desgraciados sufriendo indecibles torturas por crímenes que no han cometido, asesinatos para tapar agenas faltas ó incapacidades, pobres padres de familia, arrancados de su hogar para trabajar inútilmente en carreteras que se descomponen cada mañana y que parece solo se entretienen para hundir á las familias en la miseria... ¡ah! sufrir... trabajar... ¡es la voluntad de Dios! ¡Convenza usted á esos de que su asesinato es su salvacion, de que su trabajo es la prosperidad de su hogar!

Hablaré de esto al padre Jacinto para que él hable á mi madre, la convenza de que me conviene y quiero ser monja, y en vista de mi resolución desengañe á D. Casimiro. Desengaña , desde luego, al infeliz D. Carlos. No te niego que le he querido, que le quiero aún; pero no se lo digas. Díle que quiero á otro; que en mi corazón hay un inmenso vacío, donde reinan pavorosas tinieblas.