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Se repetían los comentarios que habíamos oído en lo de Bringas; la muerte del Conde romano producía entre las visitas extensas lamentaciones y tremendas protestas contra los cobardes enemigos. Mi tía contó cómo había conseguido comprar uno de los primeros boletines.

Bolívar, que carecía del genio metódico de la guerra y de las calidades sólidas del político, derramó toda la poesía que rebosaba en su alma en bríndis, proclamas, discursos, boletines y acciones grandiosas dignas de la epopeya; procurando en esto marchar tras la huella de Napoleon, poeta en accion, cuyo genio militar se dilataba en presencia de las Pirámides ó evocando los recuerdos de la antigua Roma: y que se dormia bajo su tienda militar leyendo á Corneille ó á Ossian, como Alejandro leyendo á Homero, y derramando lágrimas de dolor á la idea de que no tendría un poeta semejante que cantase sus hazañas.

Nadie, por otra parte, hace caso. ¿Acaso en París no atruenan por la noche en los bulevares una nube de muchachos que venden boletines con la noticia del asesinato de Gambetta o el accouchement de M. Grévy, como lo he oído frecuentes veces? No es raro oír en Bogotá: «Fulano me ha echado hoja». Es decir, Fulano ha escrito contra una hoja suelta, que ha hecho imprimir y fijar en las esquinas.

Cuando un conflicto ha pasado, cuando una ventaja se ha obtenido, entonces parten los chasques al interior conduciendo cargas de Gacetas, partes y boletines, con una carta al amigo, al compañero y gobernador, anunciándole que los salvajes unitarios han sido derrotados, que la Divina Providencia vela por la conservación de la República.

Caparrosa se descolgó por fin de la reja con sus boletines, y junto con él, mi tía y yo comenzamos a forcejear para abrirnos paso a través de la multitud. Al cabo de unos minutos salía mi tía bañada en sudor de aquel combate; y acomodándose la gorra sobre los bandeau, entraba triunfante en lo de Bringas con un boletín en la mano. ¡Triunfo completo; aquí está, véalo, léalo usted!

Caparrosa, el cadete de Bringas, un galleguito ladino y vivaracho, había conseguido treparse en una reja, y enfilando casi por una tangente al joven que vendía los boletines en la entrada, le gritaba: A , don Jacinto, a ; me manda don Narciso. ¡Eh, don Jacinto, eh! don Jacinto, don Jacinto, soy el cadete de lo de Bringas.

Cinco años después del lanzamiento de su primer sitio web, Robert Beard crea el portal yourDictionary.com, que integra su sitio precedente, y lanza este nuevo portal en febrero de 2000. Añade en enero de 2000: "Tenemos muchas ideas nuevas. Tendremos grupos de discusión y boletines de información sobre los idiomas.

Vusotros, el relós de plata; vusotros, la bota fina; vusotros, el camisolín de plegues; vusotros, la cachucha de rasolís.... Pus ya, retiña, por poco más, echarvos el bastón y la casaca, y dirvos al Suizo con los señores del Muelle, á tomar chocolate con esponjao y leer los boletines de arriba.... Las rentas no han de faltarvos pa sostener el señorío, porque ya tenéis una ración de hambre y otra de necesidá.... ¡Retiña con la piojera de tres gavias!

Se burlaba de las sabias combinaciones de todos aquellos exportadores que leían periódicos ingleses, recibían boletines y comparaban las cotizaciones de unos años con otros para hacer cálculos que daban por resultado salir del negocio con las manos en la cabeza. El no sabía ni quería saber nada; fiaba en su buena estrella.

En otro tiempo, las muchachas escondían cartas amorosas; ahora son proclamas y boletines revolucionarios lo que esconden. ¡Boletines! ¡Qué palabra más estúpidaDirigió de nuevo, a hurtadillas, una mirada a la muchacha, y volvió en seguida los ojos. Ella le miraba, como mira un pájaro a una serpiente que se acerca, y apretaba la mano contra su costado izquierdo. Krilov se incomodó.