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Actualizado: 28 de julio de 2025
Mi amor es ya antiguo murmuraba al oído de Rafael. ¿Crees tú que sólo te quiero desde la otra noche? Te adoro desde hace mucho tiempo, mucho... ¡Pero no vaya usted a ponerse por esto orgulloso, señorito mío!... No sé como comenzó: creo que fue cuando estabas en Madrid. Al verte de nuevo comprendí que estaba perdida. Si me resistí, es porque estaba en mi sana razón; porque veía claro.
¡Oh, Ra-Ra! dijo con voz tenue . ¡Cómo deseaba verte! Adivinando los propósitos de su visitante, lo puso sobre la palma de su mano derecha, elevándole después hasta su rostro. Ra-Ra se tendió sobre esta meseta de carne y hueso, y apoyando su cara en ambas manos, habló al Gentleman-Montaña: Popito le avisó á usted hace días que algunos de estos hombres que le rodean proyectan asesinarlo.
Paz y Salomé fruncieron el ceño para que nadie pudiera poner en duda su indignación. Lázaro no contestó, porque estaba muerto de vergüenza, y en aquel momento las dos damas le parecían las dos personificaciones más perfectas de la justicia humana. ¿Recuerdas lo que te dije cuando fuí á verte á la cárcel? Sí, señor: no lo he olvidado.
Diciéndolo, iba sacando de la cesta pan, tortilla, carne fiambre y una botella de vino. Enumeraba las provisiones, creyendo que así le despertaría el apetito, y como argumento final le dijo: «Si te empeñas en no comer, me enfado, y no vuelvo más a verte.
Como Julio a casa no va, ni quisiera yo que fuese, tú me harás un gran favor. ¿Pero no has conseguido acaso verte con él aquí, en casa? ¿Quieres una prueba mayor? No te enojes, Charito querida, y escúchame... También lo veo en casa de las Aliaga y es allí donde empecé a quererlo, tú lo sabes.
Mira, yo quería verte unida con quien es tu sangre, y con quien te amara como a sus ojos; pero ahora ya te pido lo contrario, pues no es aquella tu voluntad: tampoco quiero que mates el gusto tuyo arrojando esos amores; ama a ese cristiano; pero, por Dios, no dejes a tu tío: mírame, mírame cómo desfallezco.
Desde hoy tienes quien se interese por ti y te mime y te haga cariños.... No seré yo sola, pues Pablo te estima... me lo ha dicho. Los dos te querremos mucho, porque él y yo seremos como uno solo.... Desea verte.
Y á fe mía, que de seguir todos el consejo habías de verte tú solo en el mundo. ¡Buena lógica, buena! Como de costumbre, te enredas en tus propios argumentos y te caes de bruces, dijo Colás con gran risa. Primera premisa: los hombres deben huir de mi locuacidad. Segunda: tú estás aquí comiendo arenques mano á mano conmigo. Ergo, tú no eres hombre.
¡Alberto!... ¡Pequeño mío!... Soy yo, tu abuela; ¿no me conoces?... Vendré á verte todas las noches.... ¡todas las noches! En la representación siguiente lloró menos. A la salida, habló con el hombre de la puerta con cierta familiaridad, como si ella también fuese de la casa. ¿Ha visto usted qué bien «trabaja» mi nieto?...
Antonio, vuélvete a la calle Imperial, diles que preparen todo, y yo iré al carro a ver si lo arreglo para esta tarde. Nina, vete con Dios, y cuidado no se te pegue... ¿sabes? ¡Ay, hija, se te pegará, por mucho aseo que tengas! ¿Ves? ya empiezas a sufrir las consecuencias del mal paso... por no hacer caso de mí. Doña Paca me dijo que te permitiera ir allá. Quiere verte: ¡pobre señora!
Palabra del Dia
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