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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Fué no más vago sueño mentiroso; hoy me digo: «¡la amé!» A través de los siglos que han pasado, inmóvil en tu asiento; bañada por el mar desenfrenado que ruje turbulento ó seca por el viento que azota tu semblante descarnado, miras llegar tranquila la ola hirviente que rugiendo avanza, se recoge al llegar, duda, vacila y contra tí con ímpetu se lanza.
Hasta ahora no lograba comprender por qué me era tan indiferente el matrimonio y, al ver el espanto de la abuela, llegaba a creerme un ser desequilibrado. Ahora estoy tranquila. Veo muy bien que esta indiferencia que yo tomaba por una cosa anormal y alarmante no es más que el resultado de la educación que he recibido y el fruto de una evolución que todo el mundo echa de ver.
Y era muy particular; estaba tan tranquila, sin pensar en semejante cosa, y por cualquier incidente, por una palabra sin interés o referencia trivial, le asaltaba la idea como un dardo arrojado de lejos por desconocida mano y que venía a clavársele en el cerebro. Era Jacinta observadora, prudente y sagaz.
Y dormías tranquila creyéndome en una tumba más segura que la tuya. Yo también he salido, sin embargo, y vengo á pedirte cuenta de todo lo que he sufrido. Lea movió la cabeza y dijo sordamente: ¿Has sido tú solo el que ha sufrido? ¿La responsabilidad de lo ocurrido es de los demás ó de ti mismo? ¿Es posible que hayas olvidado lo que hiciste?
Le hemos metido vivo en una tumba tan segura como la que tendría estando muerto. Puede usted, pues, vivir tranquila. Será preciso solamente que tenga usted la energía que sabe demostrar cuando hace falta. Es usted, Lea, una verdadera mujer, capaz de todas las generosidades y de todas las infamias. Yo la adiviné y por eso la amo.
El riachuelo, siempre variando, diferente siempre, salta sobre las rocas; en algunos puntos se extiende como tranquila laguna, turbada sólo por las gotas que caen por las grietas de la bóveda.
Otra queja podrá tener de mí; pero lo que es esa.... ¿Le espero de verdad?... ¡Qué bueno será usted si va y nos socorre!... ¡Martín se pondrá más contento cuando se lo diga! Vayase tranquila.... Aguárdeme, y mientras llego pídale á Dios por mí con todo el fervor que pueda.
El infeliz no ha podido hacer otra cosa que enseñarme a leer y a escribir y procurar encaminarme a la virtud. Es muy pobre, pero... ¡es un sabio! Lo poco que sé se lo debo, y, sobre todo, él me ha hecho conocer que la mayor riqueza es la honra; la mayor felicidad tener la conciencia tranquila; el mayor mérito a los ojos de Dios, sufrir resignadamente la pobreza.
Era preciso que usted pudiese apreciar vivos estos dos cuadros para que no dudase sobre cuál de ellos cernía más el tedio sus negras alas, y que generación vivía más tranquila y más risueña, si la que se cubre con el oropel de la moderna sabiduría, ó la cobijada bajo los harapos de nuestra vieja ignorancia.
El arroyo de las piedras que corre por un áspero cauce entre orillas cubiertas de lozanos y fecundísimos olivos, la tranquila Fuen-Santa, pequeña capilla que alza sus modestos muros en medio del mas seductor paisage, la vista del imponente Guadalquivir que se desliza magestuosamente al pie de la ciudad besando sus murallas, una que otra escena campestre acaban de embellecer sus alrededores, donde pueden á cada paso espaciarse los sentidos descubriendo entre lejanos montes pueblos y castillos en cuyas coronas de almenas estan incrustados los recuerdos de diez siglos.
Palabra del Dia
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