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Actualizado: 28 de mayo de 2025


La certidumbre de la muerte dió de pronto á casi todos ellos una noble serenidad. Inútil quejarse. Sólo un campesino rico, famoso en el pueblo por su avaricia, lloriqueaba desesperado, repitiendo: «Yo no quiero morir... yo no quiero morirTrémulo y con los ojos cargados de lágrimas, Desnoyers se ocultó detrás de su implacable acompañante.

¿Cómo puedo proporcionarme ese dinero? dijo Godfrey, trémulo de rabia . No tengo oficio ni beneficio. Y vos mentís al decir que os deslizaríais en mi lugar; os haríais echar vos también, nada más. Porque si vos os ponéis a llevar chismes, yo haré otro tanto. Bob es el hijo favorito, lo sabéis perfectamente. Mi padre se daría por muy satisfecho con no volveros a ver.

La confesión es una cosa admirable en misma, en tierra, por ejemplo, en una iglesia de aldea donde las vidrieras dejan penetrar un alegre rayo de sol, cuando vais a partir para una larga campaña, y vuestra abuela está allí arrodillada, llorosa, haciendo arder un cirio bendito que ha dedicado a Nuestra Señora: ¡oh! , entonces, la confesión al oído de un juicioso y virtuoso sacerdote de cabellos blancos, que, al salir del confesionario y apoyando su brazo trémulo sobre el vuestro, os dice: «Hijo mío, vamos a ver a mis ovejas que bailan bajo los sauces allá abajo, al borde del arroyo, y de pasada llevaremos una botella de buen vino al pobre viejo Juan Luis, el protestante

Señor, excelentísimo señor, poderoso señor... dijo todo compungido y trémulo el cocinero mayor. ¿Qué os mandé ayer? ¿qué me prometísteis ayer? ¿Qué me mandó vuecencia? dijo espantado Montiño ¿qué prometí á vuecencia? Se detuvo asustado, como quien no encuentra una contestación satisfactoria á una pregunta importante.

Pero este frío y esta repugnancia se disiparon cuando Romadonga, poniéndole cariñosamente una mano sobre el hombro, le dijo: A las órdenes de usted, amigo Costa. Lo que ahora le acometió fue una extraña sensación de terror, unos deseos atroces, de echar a correr. Levantose, sin embargo, automáticamente y, pálido y trémulo como si le condujesen al suplicio, siguió a D. Laureano.

Trémulo como el viento, en la laguna triste brillaba el resplandor siniestro de amarillenta luna. Sentado allí en su orilla y a tu lado pulsaba yo el laúd, y en dulce trova tu belleza y mi amor tierno cantaba, y en triste melodía el viento, que en las aguas murmuraba, mi canto y tus suspiros repetía.

Pero juro por mi santo patrón que tan bien como conozco yo á mi primo de Navarra me conocerá él á muy pronto. ¡Falso!... ¡Señor, permitidme recordaros que si tales palabras fuesen pronunciadas por otros labios que los vuestros, yo exigiría retractación inmediata! dijo el de Carra, trémulo de indignación.

Parecía compadecerme y justificarme; como si quisiera evitar mi odio; y yo, mientras tanto, trémulo, cohibido, con los ojos humedecidos por las lágrimas, he estado veinte veces tentado de arrojarme a sus rodillas o en sus brazos. 12 de septiembre.

No comieron ese día; pero al regresar jadeando detrás del caballo, los perros no olvidaron aquella sensación de frescura, y a la noche siguiente salían juntos en mudo trote hacia San Ignacio. En la orilla del Yabebirí se detuvieron oliendo el agua y levantando el hocico trémulo a la otra costa. La luna salía entonces, con su amarillenta luz de menguante.

Desapareció por la escalera de Tenorio precedido por don Antolín, que, después de abrir las verjas, se había puesto a sus órdenes, trémulo de miedo. El silencio y la soledad de las Claverías no se alteraron. Parecía que la gente oculta en las casas quedaba inmóvil, adivinando el peligro que pasaba.

Palabra del Dia

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