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Actualizado: 28 de mayo de 2025
El pilluelo, trémulo de emoción por el regalo, había acogido la ceremonia con gravedad, creyéndola algo indispensable que se usaba entre los señores. ¿Eh? volvió a preguntar, mirando a don Jaime como si lo protegiese con toda la inmensidad de su valentía. Pasaba un dedo ligeramente por el filo y luego apoyaba la yema en la punta, gozando voluptuosamente al sentir su agudo pinchazo. ¡Qué joya!
Iba á salir; pero Lázaro, trémulo de asombro, le detuvo, y le dijo con mucha turbación: Pero, señor, no me abandone usted, hábleme usted. Yo quiero que pensemos de la misma manera. A pesar de todo, el anciano le inspiraba respeto y veneración; y al ver que reprochaba sus ideas, sintió ese impulso de subordinación tan natural en un joven da temperamento impresionable.
Lo menos le han quedado al padre después de mantener la casa cincuenta mil pesos. ¿Pero es tanto, Fabriciano? Entonces veinticinco mil pesos son de la madre. ¡Y que lo digas, amigo! No vayas a figurarte que nos dará menos el padre. ¡Que yo os voy a dar veinticinco mil pesos! exclamó Barragán trémulo . Ya quisiera tener para mí esa cantidad. ¿Sabéis lo que os digo?
¿Y cómo podré yo vivir por más tiempo respirando el mismo aire que respira este mi mortal enemigo? exclamó Dimmesdale, todo trémulo, y llevándose nerviosamente la mano al corazón, lo que ya se había convertido en él en acto involuntario. Piensa por mí, Ester; tú eres fuerte. Resuelve por mí. No debes habitar más tiempo bajo un mismo techo con ese hombre, dijo Ester lenta y resueltamente.
La cabra de trémulo balido y cuernos inútiles veíase metida sin defensa en el antro de la pantera, y allí sufría la arremetida que quebraba sus huesos con espeluznante crujido, hundiendo la bestia sus zarpas en las entrañas de la víctima y el hocico en su sangre humeante.
La discusión tomaba carácter personal y agresivo; solía esto ocurrir a la hora de la sobremesa; las tazas del café chocaban furiosas contra los platillos; don Manuel, trémulo de coraje, vertía el anisete al llevarlo a la boca; tío y sobrino alzaban la voz mucho más de lo regular, y después de algún descompasado grito o frase dura, había instantes de armado silencio, de muda hostilidad, en que las chicas se miraban y Nucha, con la cabeza baja, redondeaba bolitas de miga de pan o doblaba muy despacio las servilletas de todos deslizándolas en las anillas.
Por si a Nieves le había pasado lo propio, se acercó a la puerta de su gabinete, aplicó el oído a la cerradura, y, en efecto, Nieves se revolvía allá dentro. ¡Nieves! llamó trémulo de gusto. ¡Papá! respondió la voz argentina de Nieves . Estoy concluyendo de arreglarme... Allá voy enseguida. ¡Ajá! Pero dime: ¿has cumplido tu palabra? Como que me estoy vistiendo casi a obscuras.
Todavía iba a preguntar ¿por qué te reiste como un demonio cuando Fernando me engañó? Pero sin hacer aquella última interrogación se levantó solícita y atenta, porque había crujido la hoja del jergón bajo el cuerpo trémulo del agonizante.
Á pesar de esto, si bien con trémulo gozo, experimentaba una especie de desahogo temporal en poder contemplar el universo al través de una inteligencia del todo diferente á aquellas con que habitualmente estaba en contacto.
Hace un momento llamaron a la puerta de entrada; corrí, con el corazón trémulo de alegría, y estuve a punto de abrazar al hombre que venía para ver el contador del gas... Dentro de una hora volverán a llamar y recibiré a un chico de telégrafos, que me entregará un despacho, siempre igual: «Imposible acudir tan pronto. Descorazonada. Ven a comer el jueves. Ternezas.
Palabra del Dia
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