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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Después que él, como director del combate, diese la voz de «¡Fuego!», contaría lentamente «Uno, dos, tres». Podían apuntar y disparar en este espacio de tiempo. ¡Mucha atención, teniente! Don Marcos habló con una gravedad trágica. Si hace usted fuego antes del uno ó después del tres, será declarado felón. Esto de ser declarado felón asustó al joven.
El primero se nos revela por medio de la huella del trilobito, especie que se ha perdido, destructor extinto de los seres extintos también. A juzgar por el pico, si el monstruo guardaba proporción con él, debió tener un tronco enorme, brazos-chupones espantosos, tal vez de veinte ó treinta pies de largo, como una prodigiosa araña. ¡Cosa trágica!
No sé qué hechizo tendrá esa musa trágica del arroyo, que seguramente mañana volverá a verme Forondo redivivo diciéndome: Verá usted, yo he venido a Madrid a luchar con la gloria. Le voy a leer un soneto.
Tengo previstas todas las dificultades: de todo ello hablaremos.... Yo quisiera dejarle a mi hija un constante testimonio de mi ternura, sin perturbar su alma con la trágica historia de su nacimiento.
Y de repente, de un tirón, con el violento esfuerzo de un hombre que arroja lejos de sí un peso que le abruma, refirió con todos sus detalles la terrible historia de la cadina Sarahí... El tío Frasquito escuchaba con la boca abierta, encogiéndose, encogiéndose en la poltrona, convencido de su pequeñez, a medida que lo novelesco y lo terrible agigantaban en su imaginación la figura del héroe de aquella aventura legendaria, de que era el primer confidente y esperaba ser futuro cronista... Y a la idea de ser el primero en lanzar a los cuatro vientos de la publicidad la trágica aventura, el tío Frasquito se alargaba, se alargaba en la poltrona, hasta hombrearse con el héroe como la sombra se hombrea con el cuerpo y el eco con la música, y Homero con Aquiles, y el inmortal Virgilio con el divino Eneas. ¡Y pensar que era ya demasiado tarde para correr de casa en casa aquella misma noche dando la noticia!...
Venció Narváez mi fortuna trágica Y dióme libertad como magnánimo; Que no hay en toda el Asia, Europa y Africa, Caballero de tanta virtud y ánimo: Y así, aunque herido, aquella dulce mágica Que adoro como al sol, mi pusilánimo Aliento, desmayado y melancólico, Ha vuelto un Hétor o Alejandro argólico.
Sobreviene de pronto un choque formidable, un grito, uno solo, una gritería inmensa, brazos tendidos, manos que se entrelazan, ojos extraviados en los que se refleja con la rapidez del relámpago la trágica visión de la muerte... ¡Misericordia! Toda la noche la pasé lo mismo: soñando, evocando, a los diez años del suceso, el alma del pobre buque cuyos restos me circundaban.
Tom se había aficionado mucho a los toros; no perdía corrida, y entre sus amigos contaba a varias eminencias del arte del cuerno. Por esto le dio Moreno el encargo de buscarle alguna moña, de las que guardan los aficionados como veneradas reliquias, y convenía que tuviesen manchas de sangre y muchos pisotones, con señales de la trágica brega.
Ya no era su desventurado amor ni la muerte de la traidora Beatriz lo que clamaba en su pecho. Todo aquello había sido como una hoja trágica doblada para siempre, un accidente de la fatalidad que no dejaba cuenta alguna en su contra.
Encorvado hacia el suelo y con las manos en las rodillas, parecía agobiado por un gran peso invisible, y sus facciones, tan expresivas y gesticulantes, en las que cada gesto subraya una malicia propia para provocar la risa, tenían en aquel momento una expresión trágica, por lo mismo que no era la acostumbrada. Le preguntamos la opinión del médico.
Palabra del Dia
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