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Actualizado: 20 de julio de 2025
Batilo, que sin duda entendió lo del peligro en que los jóvenes se hallaban, y quería probar que, aunque misántropo, era un perro resuelto á todo, ladró en un tono que quería decir: "Nada hay que temer mientras esté yo."
Hay más puntos de contacto entre una reunión de buen tono de Madrid y otra de Londres o de París, que entre un habitante de un cuarto principal de la calle del Príncipe y otro de un cuarto bajo de Avapiés, sin embargo de ser estos dos, españoles y madrileños.
Poco a poco, su tono va descendiendo, y por fin toma cuerpo a cuerpo a su adversario, lo estrecha, lo hostiliza, lo modela entre sus manos, y dándole una figura deforme y raquítica, lo presenta a la burla de la Cámara, como Gulliver a un liliputiense.
Sus cartas casi son de amor. ¡Cómo transforman las desgracias nuestro carácter! Dice que ve la vida de otro modo; tiene la esperanza de que después de este cataclismo, que nos habrá hecho mejores, podremos juntarnos y ser felices. ¡Ah, si yo quisiera!... Su tono era irónico al mencionar esta felicidad quimérica, pero mostraba al mismo tiempo respeto y admiración.
Parecía el alarido de un gran caldero que hierve: no hay poesía terrorífica capaz de parangonarse con aquella prosa. Continuamente, continuamente el mismo tono: ¡Oh! ¡oh! ¡oh! ó ¡uh! ¡uh! ¡uh! Como habitábamos en la misma playa, éramos más que espectadores de la escena: constituíamos una parte de ella.
El desparpajo del muchacho solía suscitar protestas, pero luego vencía la elocuencia de sus maliciosos epigramas y del retintín manolesco de sus gestos y acento. Empezaba entonces el llamado género flamenco a ser de buen tono en ciertos barrios del arte y en algunas sociedades.
Ahora era Elena la que hablaba, lejos, ¡muy lejos! con un tono de inmenso desaliento: Tal vez tienes razón. ¡Ay, el dinero!... Para los que sabemos lo que puede dar de sí, ¡qué horrorosa la vida sin él!... No quiso oir más. La vergüenza de su espionaje acabó por vencer á la malsana curiosidad que le había dominado durante unos momentos.
¡Anda! dije á mi mujer, con el mismo tono con que la hubiera dicho: el mago nos espera. Saltamos del carruaje, y nuestra ávida y respetuosa mirada se fijó en el frontis de la gran basílica. Aquella fachada es pintoresca, festiva, graciosa, sin dejar de ser grave, religiosa y solemne.
Desnoyers vió soldados apeándose de un salto, todos vestidos de gris verdoso, con una funda del mismo tono cubriendo el casco puntiagudo. Uno de ellos, que marchaba delante, le puso su revólver en la frente. ¿Dónde están los franco-tiradores? preguntó. Estaba pálido, con una palidez de cólera, de venganza y de miedo. Le temblaban las mejillas á impulsos de la triple emoción.
En fin, Araceli, ¿en qué viene a parar toda esa música? dijo con tono y modales que me recordaban el día de la borrachera en casa de Poenco. Esto viene a parar repuse con vehemencia en que usted se me ha hecho profundamente aborrecible, en que me mortifica verle a usted delante de mí, en que le odio a usted, lord Gray, y no necesito decir más. Yo sentía inusitado fuego circulando por mis venas.
Palabra del Dia
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