Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de junio de 2025


Siéntese, sosiegue, tome algo; una taza de tila. Felicita se tendió, desmadejada, sobre un sofá; los ojos, dilatadísimos, clavados en el cielo raso. Telva. Señorita. Anda a ver cómo sigue. Señorita, si acabo de venir de allí.... Obedece. Vete a ver cómo sigue. Pregunta todos los detalles. Telva se fué, refunfuñando.

Era un capricho. No lo conocía él, pero se había asustado». Que no, hija mía; que te juro.... Que , que ... Don Víctor tomó tila y acto continuo bostezó enérgicamente. ¿Tienes frío? ¡Frío yo!

¿Quiere usted que llamemos al médico, señorita? No, no... Esto no es nada... Hágame una tacita de tila. Ahora mismo. Cuando se quedaron solos, la beata volvió a mirarle larga y fijamente. Al cabo dijo con voz débil: Escuche usted, padre. ¿Qué desea usted, hija mía? respondió inclinando la cabeza hacia ella. Acérquese usted más... No puedo esforzar la voz. El P. Gil se inclinó todavía más.

Fue necesario que el P. Gil llamase a D.ª Josefa y le mandase traer una taza de tila con gotas de azahar. A las nueve de la noche aún no habían concluido de adornar la iglesia las señoritas y los obreros que las secundaban.

Al caer se lastimó también en la cabeza con uno de los cortes del escaño. Rosa abrió azorada la puerta y salió corriendo, sin saber adónde. Cuando volvió, al cabo de una hora de vagar por los caminos, halló a la familia ocupada en prodigar cuidados al descalabrado indiano: Tomás aplicándole paños de vino y romero; Ángela haciendo tila para quitarle el susto.

Al cabo parándose delante de él le dijo: Siéntese usted, Tristanito, siéntese usted... Voy a hablarle... pero me permitirá que no me siente... No puedo; me encuentro alterado, completamente alterado. ¿Quiere usted una taza de tila? preguntó Tristán sonriendo interiormente de ofrecer tila a aquel monstruo. No, señor, muchas gracias; sólo le pido que me permita estar de pie y dar algunos paseos...

Tengo la cabeza como si me hubieran sacado los sesos, poniéndome en su lugar miga de pan y perejil muy picadito... Por no molestarte, no te he dicho que me hagas una tacita de tila, que me refriegues la espalda, y que me des una papeleta de salicilato, de bromuro, o de sulfonal... Esto es horrible. Estás dormida como un cesto. Bien, mujer, descansa, engorda un poquito... No quiero molestarte».

Reynoso sonrió aplicando sobre sus mejillas algunos besos prolongados. Es que estás nerviosa, hija mía. , muy nerviosa. Voy a llamar para que te traigan una taza de tila con azahar. Elena se opuso resueltamente. Se encontraba bien; no necesitaba otra cosa que tranquilidad y sentirle cerca de . Y se estrechaba contra él y le apretaba la mano y de vez en cuando la llevaba a sus labios.

Tan violento fue que el conde Enrique se llenó de miedo, llamó al aya e hizo que trajesen a Poldy una taza de tila. Cuando al fin se calmó Poldy, y cuando pasó su risa insana, empezó a suspirar y a sollozar, y derramó un mar de lágrimas. Todavía se notaba en ella un raro movimiento nervioso.

Otras veces no le sucedía esto, dormía a pierna suelta y despertaba en el momento oportuno. ¡Habría sido la tila! Volvió a encender luz. Cogió el único libro que tenía sobre la mesa de noche. Era un tomo de mucho bulto. «Calderón de la Barca» decían unas letras doradas en el lomo. Leyó.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando