Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de mayo de 2025


Hablaba mucho y se escuchaba a propio, con lo cual nunca le faltaba auditorio. También era el único representante de su partido en Villamar; así como el médico que había reemplazado a Stein lo era del justo medio. La pandilla del cura, de Rosa Mística y de las buenas mujeres, como la tía María, estaba por las ideas antiguas. La de Ramón Pérez y otros cantarines no tenía color político.

¿Qué debéis callarla? exclamó el duque, cada vez más atónito. Así lo creo dijo Stein ; y este deber me priva del único consuelo que me quedaba, el de poder desahogar mi corazón en el del noble y generoso mortal que me abrió su manos poderosas y se dignó llamarme su amigo. ¿Y adónde vais? A América.

Eso es, están escritos en la lengua de los cirujanos repitió fray Gabriel. ¿Y de qué partido era usted? preguntó la anciana : ¿de don Carlos o de los otros? Servía en las tropas de la reina respondió Stein. La tía María se volvió a su compañero, y con un gesto expresivo, le dijo en voz baja: Este no es de los buenos. ¡No es de los buenos! repitió fray Gabriel, bajando la cabeza.

Ahora le digo a usted mi verdad: si yo fuera que usted, ya que me habían despreciado, no iba ni a dos tirones. Aunque yo fuese capaz respondió Stein de infringir mi obligación de cristiano, y de profesor, necesitaría tener un corazón de bronce para ver padecer a uno de mis semejantes sin aliviar sus males pudiendo hacerlo.

Y poniéndose a rasguear furiosamente la guitarra, cantó con voz arrogante: Dicen que no me quieres, No me da pena maldita; Que la mancha de la mora Con otra verde se quita. Si no me quieres a , Se me da tres caracoles; Con ese mismo dinero Compro yo nuevos amores. Capítulo XIV El casamiento de Stein y la Gaviota se celebró en la iglesia de Villamar.

Cuando Stein llegó al convento, toda la familia estaba reunida, tomando el sol en el patio. Dolores, sentada en una silla, remendaba una camisa de su marido. Sus dos niñas, Pepa y Paca, jugaban cerca de la madre. Eran dos lindas criaturas, de seis y ocho años de edad.

De allí, sin detenerse siguió a Madrid. Don Modesto había copiado con letras tamañas como nueces, las señas de la casa en que vivía Stein y que este había enviado cuando llegaron a Madrid con el duque. Con esta papeleta en la mano, salió Momo para la corte, entonando unas nuevas letanías de imprecaciones contra la Gaviota.

Cuando el duque se despidió, María habló al oído a Stein y le dijo con la mayor precipitación: Nos iremos; nos iremos. ¡Y qué! ¿La suerte me llama y me brinda coronas, y yo me haría sorda? ¡No, no! Stein siguió tristemente al duque. Cuando entraron en el convento, la tía María preguntó a este, que trataba con mucha bondad a su enfermera, ¿qué tal le había parecido su querida María?

«Dios me ha salvado de muchos peligros dijo el desgraciado viajero : también me protegerá ahora, y si no, hágase su voluntadCon esto apretó el paso lo más que le fue posible: pero ¡cuál no sería su espanto, cuando habiendo doblado una espesa mancha de lentiscos, se encontró frente a frente, y a pocos pasos de distancia, con un toro! Stein quedó inmóvil y como petrificado.

Las fuerzas de Stein le abandonaron, y cayó medio exánime en un banco de piedra pegado a la pared cerca de la puerta.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando