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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Entonces era absolutista decidido; pero la Jura de la Constitución por Fernando en 1820 le hizo variar de opiniones hasta el punto de llegar á alistarse en la sociedad de los Comuneros y formar pandilla con los más exaltados.
Podemos decir que ha vuelto en sí; no resta agora sino perseverancia que se mida con la que yo tendré. El locutorio dudo por hoy, pero no deje de venirse V. Md. a vísperas, que allí nos veremos, y luego por las vistas, y quizá podré yo hacer alguna pandilla a la abadesa. Y adiós», etc. Contentóme el papel, que realmente la monja tenía buen entendimiento y era hermosa.
Eso es, métete en esa pandilla, y contra mí además... ¡Ah! dijo Francisca dando un gran suspiro, bastante desgraciado es pensar que se va una a enmohecer como las otras en la piel de una solterona... Nadie te obliga a enmohecer objetó Genoveva. Sí, se acartona una a pesar suyo cuando el celibato le ata las alas. Pues bien, cásate exclamé.
La clase de filosofía que contaba con un par de estos alumnos que sacase la cara por ella, ya se creía capaz de hacer frente á la pandilla de Cuco, el del muelle de las Naos, ó al rebaño de mozos más aguerridos de Monte.
Déjela, déjela, don Pancho, que va herida. Sal, niña, sal de la manigüita. ¡Ah, ah, qué bien mete uté, don Lorenso! No se ponga bravo, don Pancho!» El juego siempre iba salpicado de estas frases que olían a plátano y cocotero. Cuando los días eran largos, veíaseles allá a la tarde por las cercanías de la villa paseando también en pandilla o sentados sobre el césped a orillas de una fuente.
Hablaba mucho y se escuchaba a sí propio, con lo cual nunca le faltaba auditorio. También era el único representante de su partido en Villamar; así como el médico que había reemplazado a Stein lo era del justo medio. La pandilla del cura, de Rosa Mística y de las buenas mujeres, como la tía María, estaba por las ideas antiguas. La de Ramón Pérez y otros cantarines no tenía color político.
Completaban la pandilla la señora de un Montero de Espinosa, las de dos jefes de oficio, la de un oficial de la Secretaría Particular, la del director de las Reales Mesas, la del jefe del Guardarropa del Rey.
Subió a los desvanes, pasó por el sitio a que él y los de su pandilla nombraban chupatorium por ser el escondrijo donde fumaban, y al fin se encontró solo. Los rugidos de la plebe sonaban lejos abajo. Rodriguín, al sentirse en salvo, perdió súbitamente las milagrosas fuerzas que le habían hecho volar, y cayó sin sentido.
Una vez eran dos atletas del Parlamento, que del uno al otro lado del salón se lanzaban mutuamente los dardos más agudos y los dicterios más envenenados: partido sin pudor, grupo faccioso, hombre funesto, pandilla hambrienta...
Tales prejuicios de casta, o de pandilla, como diría Francisca, son tan extraordinarios que me producen el efecto de un gran anacronismo. ¡Bah! dije a la abuela, que estaba un poco sublevada con lo que acababa de oír; supongamos que vivimos en el siglo XVIII en lugar de encontrarnos en el XX, y todo será natural...
Palabra del Dia
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