United States or China ? Vote for the TOP Country of the Week !


Siempre alerta, el señorito estudiaba el tono y acento con que nombraban a Rita.

Abrazábanse paisanos y militares congratulándose de aquel día, que todos creían el primero de nuestro bienestar. Los hombres graves, los escritores y periodistas, rebosaban satisfacción, dando y admitiendo plácemes por la aparición de aquella gran aurora, de aquella luz nueva, de aquella felicidad desconocida que todos nombraban con el grito placentero de: ¡Las Cortes, las Cortes!

El marquesito se entusiasmó en la busca y corría de un lado a otro, saltando las zanjas y los arroyos, trepaba por las escarpas y se pinchaba en los setos, fatigándose por traer alguna florecita rara y vistosa. No se moleste más, Nanín, ya tengo bastantes dijo Clara. Nanín era el diminutivo de Fernando, con que nombraban cariñosamente al joven marqués la familia y los amigos íntimos.

Habían dudado un poco antes de entregar sus ahorros, pero ahora sentían una dulce confianza pensando que quedaban arriba, en manos de un hombre a quien todos los días nombraban los periódicos con los títulos de «acaudalado y filantrópico banquero». La vela del Corpus, con sus anchas listas azules y blancas, sombreaba desde los altos mástiles la plaza de la Virgen.

En el tiempo deste Viracocha Inca habia más de doscientos Señores caciques de pueblos y provincias, cincuenta y sesenta leguas en la redondez desta ciudad del Cuzco, los cuales se intitulaban y nombraban en sus tierras y pueblos Capac Inca, que quiere decir Señores é reyes; y lo mismo hacia este Viracocha Inca, é intitulábase, como arriba diximos, Dios; de donde vieron los demás Señores ya dichos, que se intitulaba de más sér que ninguno dellos.

Muchos de los leales desmayaron, Por verse sin cabeza y perseguidos, Y algunos al Irala se pasaron, Y fueron con amor dél recibidos. Los otros, que mas tiempo porfiaron, Vinieron con dolor muy afligidos: Que el nombre de leal era nefando, Y en trisca le nombraban, y burlando.

El mecanismo de la organización y gobierno de la Comunidad de Teruel, era el siguiente: de conformidad con los fueros de Sepúlveda, había en la ciudad de Teruel un juez universal para todos los pueblos de la Comunidad y alcaldes que conocían de las causas civiles y criminales: de las decisiones del juez de Teruel, parece que no se admitía apelación en la Audiencia del Reino, pudiendo hacerse solo por el recurso llamado de Perorencia: según el fuero se nombraban los jueces por suerte, pero desde 1444 fueron nombrados por los reyes.

Jamás se vestían de hábitos; pero conservaban la cara afeitada, como para estar disponibles en el caso de que los admitiesen otra vez en el oficio. No cómo se llamaba el viejo catarroso, porque todos allí le nombraban Pater; hasta el mozo que le servía, dábale este apodo.

Nadie se entendía; al ejército se le conocía por la «tropa amadeísta»; la artillería presentaba dimisión en masa; el Maestrazgo ardía, Saballs llamaba «cabecilla» a Gaminde y Gaminde le devolvía el calificativo; los Hierros ordenaban a una compañía entera de ferro-carriles suspender la circulación de trenes; corría en Cataluña moneda con el busto de Carlos VII, y la reina de más tristes destinos, la mujer de Amadeo I, a la cual tirios y troyanos nombraban desdeñosamente «la Cisterna», daba al mundo con terror y lágrimas un mísero infante, y ningún obispo se prestaba a bautizar el vástago regio.

Raro era el número de cada uno de ellos que no daba lugar a algunos bastonazos o bofetadas, cuando no a un desafío formal. Sin embargo, en éstos eran más parcos todos. Padrinos se nombraban por un quítame allá esas pajas; pero darse de sablazos o de tiros, ya era otra cosa. La contienda había enardecido los ánimos en la villa.