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Actualizado: 24 de junio de 2025
Respecto al método crítico, que se adorna exclusivamente con el sonoro nombre de filosófico, y para el cual es la estética una parte de la lógica real absoluta, debo declarar la razón que me ha movido á no emplearlo. Esta obra mía, aunque escrita principalmente para Alemania, lo está también, sin embargo, para el público español, como consta del principio de este prólogo.
Era un gemido que ensanchaba su intensidad; un triángulo sonoro, con el vértice en el horizonte, que se abría al avanzar, llenando todo el espacio. Luego ya no fué un gemido, fué un bronco estrépito; formado por diversos choques y roces, semejantes al descenso de un tranvía eléctrico por una calle en cuesta, á la carrera de un tren que pasa ante una estación sin detenerse.
Y cuando llegaba aquí lloraba el pobre anciano, daba a su nieta un sonoro beso en la frente; y después, casi siempre la hacía un regalo. Ella le entretenía hasta hacerle reír con el relato de sus travesuras de colegiala, o con el de los recursos a que apelaba para templar la iracundia de su hermano, cada vez que, por obra de caridad, se acercaba a él; y así llegaba la hora de marcharse.
Guzmán se quedó extático delante de la hermosa criatura: devorábala con los ojos como si no se atreviera a tocarla. Al fin, la tomó en sus brazos; separó después los dorados rizos que caían sobre su frente, y estampó en ella un beso en que debió tomar el corazón mayor parte que los labios, por lo que fue de sonoro, de apretado... y de repetido.
Es aquel agradable, aquel bien quisto, Aquel agudo, aquel sonoro y grave Sobre quantos poetas Febo ha visto: Aquel que tiene de escribir la llave Con gracia y agudeza en tanto estremo, Que su igual en el orbe no se sabe: Es DON LUIS DE GONGORA, aquien temo Agraviar en mis cortas alabanzas, Aunque las suba al grado mas supremo.
Miguel quedó un poco cortado ante aquel examen, y le pesó de haber aconsejado a la generala su traslado. Después procuró captarse su amistad; tomolo de los brazos de aquélla, y lo sentó sobre sus rodillas; le acarició suavemente sus cabellos ensortijados y le dio un beso sonoro en la mejilla. ¿Me quieres? le preguntó con voz melosa. El niño le miró fijamente con ojos serenos y graves.
Fué dulce y sonoro en el verso, sublime y elegante en la locución, docto y ardiente en la frase, grave y fecundo en la sentencia, templado y propio en la traslación, agudo y primoroso en la idea, amoroso y persuasivo en la inventiva singular, y eterno en la fama. Como ejemplo de una crítica coetánea encomiástica, copiamos aquí también los siguientes párrafos de un escrito del Dr.
Le veía inclinado con afanoso interés sobre el padrino doliente; le veía alegrando siempre la sala silenciosa del palacio con el repique sonoro de sus espuelas y la jovial resonancia de su risa saludable...; le veía amable y servicial con los pobres del contorno, con los criados de la casa; siempre amoroso y complaciente con ella, la hija del misterio, convertida entonces en reina de un hogar.
Mira, Quilito, que no seremos amigos, si no dejas ese tema; ya sabes cuánto me desagrada. ¡Oh! tiíta Silda... ¡pues no faltaba más! Estampó un beso sonoro en la lustrosa mejilla de la señora, acompañado de cariñosos palmoteos en la espalda. Eres un loco, ¿cuándo sentarás el juicio?
Lo habían fundado unos pescadores á orillas de la ría, entre las repúblicas de Begoña y Abando, y andaban tristes y preocupados no sabiendo qué nombre dar á su aglomeración de chozas. Un día, por divertirse, arrojaron al Nervión un botijo vacío. Bil, bil, bil cantaba el agua al penetrar en él y cuando casi lleno se fué á fondo, lanza un sonoro bao.
Palabra del Dia
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