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Actualizado: 24 de junio de 2025
Pero el acento de aquella mujer, reposado, grave, sonoro... Y sus ojos, y su frente, y sus cabellos... Y su terror al verme... ¡Oh! ¡no! ¡no puede ser! un acento parecido... un terror natural en ella... porque yo, al escuchar aquel acento, me volví amenazador, terrible, a la persona que lo había producido... No, no podía ser Amparo. Los muertos no se levantan de su tumba.
El olor tampoco nos cuesta trabajo considerarle como una sensacion dimanada de la accion de los efluvios de un cuerpo sobre el órgano del olfato; así como el sonido dejamos de considerarle cual una cosa inherente al cuerpo sonoro, y no vemos en él mas que la impresion causada en el sentido por la vibracion del aire, conmovido á su vez por la vibracion del cuerpo sonoro.
El Rey, satisfecho de su justificación, nombra á García general del ejército, que se dispone á marchar contra los moros, y el novel guerrero termina con las palabras siguientes: Pues truene el parche sonoro, Que rayo soy contra el moro Que fulminó el Castañar. Y verás en sus campañas Correr mares de carmín, Dando con aquesto fin Y principio á mis hazañas .
De pronto incorporábase con nervioso impulso, y dando un salto desaparecía en la obscuridad, entre sonoro rumor de vegetaciones rotas. Pep explicaba este arranque silencioso. No era nada; algún animal que andaba errante y perdido en la sombra: una liebre, un conejo que había husmeado con su sensible olfato de perro cazador.
El segundo apellido de Rosalía, el sonoro del Moral, pertenece a nuestro patriciado del año 19, época del directorio de Pueyrredón, del cual fué muy amigo y eficaz colaborador don Sofanor del Moral, ascendiente de Rosalía por línea materna.
Cuando avanzaba la noche y Margalida había hablado ya con todos sus cortejantes, el padre, que dormía en un rincón, prorrumpía en sonoro bostezo. Aquel hombre de campo parecía adivinar durante su sueño el curso del tiempo. «¡Las nueve y media!... A dormir. ¡Bona nit!» Y toda la atloteria, tras esta invitación, abandonaba la casa, perdiéndose en la obscuridad sus pasos y relinchos.
Demetria la escuchaba embelesada y de vez en cuando aplicaba un sonoro beso en sus mejillas de rosa. No fué mucho tampoco lo que pudo dormir la zagala aquella noche. Aguardó sin embargo á que su padre la llamase y se vistió como si fuesen á conducirla al suplicio.
Fuiste la delicia de nuestros difuntos abuelos; dasnos, en el tiempo presente, un dulzor de consuelos, que son para el alma cual riego en muriente jardín; y serás mañana de toda una raza la gloria cuando, con tu música, su toque marcial de victoria dé a los cuatro vientos un libre y sonoro clarín... Héla ahí: fino el cristal, tembloroso, musical. Héla ahí: fino el cristal.
Una tarde de luz fría y débil, melancólica y opaca, en que al gotear continuo y múltiple de la lluvia se unía de tiempo en tiempo el silbido seco y sonoro del viento del Norte. Nada, pues, tenía de extraño el estado en que se encontraban la gorra, la capa y los zapatos de Francisco Martínez Montiño.
Atravesó con paso firme, a la vista de tres o cuatro criados inmóviles, el gran vestíbulo sonoro de su palacio, y subió la escalera, silenciosa, pero llegado que hubo al primer descanso de la escalera de sus habitaciones, se apercibió de que su marido seguía adelante: Perdón le dijo ; hacedme el gusto de entrar ahí, tengo que hablaros.
Palabra del Dia
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