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Actualizado: 19 de mayo de 2025
¿Estás acaso enamorado de Catalina? preguntó. Los ojos de ámbar del capitán, maliciosos y fijos en Jaime, no le permitieron mentir. ¿Enamorado?... Enamorado no. Pero no era indispensable el amor para casarse. Catalina era simpática, podía ser una excelente esposa, una agradable compañera. Pablo extremó más aún su sonrisa.
¿Qué se te ocurre? respondió otra joven, saliendo de uno de los cuartos del patio. El señor Sanjurjo, un amigo de Villa... ¡Ah! Tengo mucho gusto... Me pareció más amable y más bonita que las otras dos. Era también rubia y de ojos azules, un poco más rellena de carnes, y de fisonomía dulce y simpática.
Un rato estuvo meditando, hasta que Patricia, mientras ponía los garbanzos de remojo, la sacó de su abstracción con estas mañosas palabras: «Díjome doña Cirila que es usted muy linda, ¿sabe?... que esta mañana la vio a usted en la iglesia y que le fue muy simpática. Verá usted, cuando la trate, que también ella se deja querer.
Cecilia escuchaba estos dichos con la sonrisa, en los labios y ruborizada. Desde que habían comenzado los preparativos de boda, sus mejillas, antes tan pálidas, estaban casi siempre arreboladas. Esta animación y el brillo que la felicidad prestaba a sus ojos, si no bonita, la hacían interesante y simpática. No hay muchacha que en vísperas de casarse deje de serlo más o menos.
Lo he estrenado hoy... no lo ensuciaré, porque no bajo al patio añadió la pequeña, hinchando de gozo y vanidad sus naricillas. ¿De quién eres? ¿Cómo te llamas? Adoración. ¡Qué mona eres... y qué simpática! Esta niña dijo una de las vecinas , es hija de una mujer muy mala que la llaman Mauricia la Dura.
Miguel, con gran sorpresa de las jóvenes hermosas que allí había, echándose hacia atrás en la silla, principió a hablar al oído a Maximina. ¿Qué le decía? Nada; tonterías: que lo estaba pasando muy agradablemente; que era una chica muy simpática; que se alegraba de haber venido a parar a su casa, etc. Nuestro joven pasaba el rato del mejor modo que podía, esperando la hora de irse a la cama.
Su cabeza está siempre cubierta con un vasto sombrero de plumas desmayadas, que se agitan en cadencia a cada una de las palabras que pronuncia. La fisonomía de la buena mujer es más bien simpática, sus frases son bastante benévolas y sus recetas culinarias, en las que sobresale, son exquisitas.
Isabel hablaba con perfecta naturalidad, la sonrisa en los labios, con entonación dulce y simpática que cautivaba. Sus frases envolvían siempre una cortesanía tan exquisita, una posesión tan cabal de todas sus facultades, que en ello se echaba de ver la egregia cuna en que había nacido y el comercio en que había vivido con elevadas personas. Jamás murmuraba de nadie.
Después de tales palabras no juzgó prudente Elena seguir la conversación, limitándose á mostrar una triste conformidad. ¡Si á usted le da miedo seguir aquí!... Esta tristeza conmovió á Sebastiana. Yo con gusto me quedaría; la señora me es simpática y no me ha hecho nunca daño... Pero la gente es como es, y yo ¡pobre de mí! no voy á pelearme con todas las mujeres de la Presa.
»Jaime Evrard entró en un regimiento que estaba de guarnición en Saumur. En aquella época mi padre era aún muy joven, de una figura arrogante y simpática, de un valor a toda prueba, y a esto unía gran número de esos talentos agradables que abren a los que los poseen las puertas de todas las sociedades.
Palabra del Dia
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