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Actualizado: 7 de junio de 2025


Juan del Laurel, estudiante de derecho nominalmente y por accidente, era de profesión «un joven de talento». Bastaba mirarlo para comprenderlo así, pues llevaba los signos de su profesión en su indumentaria y sus modales... El joven de talento era por entonces ¡más altas acciones lo esperaban! poeta decadente y modernista.

Por torpe que sea, ya debo comprender los signos de bonanza y tempestad manifestó tristemente. ¿Por qué ocultarme tus penas? ¿Te da vergüenza que yo las sepa? No debes tenerla... Ya ves, las mías las sabe todo el mundo, y por eso no me abochorno. El amar no ha sido jamás delito... ¿Temes hacerme sufrir demasiado mostrándome los estragos de tu pasión? Desecha ese temor.

Sin abrir la boca hacía signos negativos con la cabeza, mirando fijamente al horizonte azulado. En vano Núñez derrochó su ingenio para convencerla, en vano apeló después a las súplicas ardientes, a los dictados cariñosos. Nada, nada, el mismo inflexible signo negativo respondía constantemente a sus argumentos y a sus quejas.

También he vuelto á ver su frac negro de corte antiguo, la corbata blanca profesional, y el diamante hereditario en la pechera; en una palabra, con todos los signos exteriores de un espíritu grave, metódico y amigo de las tradiciones.

En su alegría, Gertrudis palmotea y muestra la granja al otro lado. ¿Es eso lo que quiere decir tu murmullo? En este pasaje, la bella molinera entra en escena y Gertrudis se pone seria. ¡Que no tenga mil brazos para golpear! Gertrudis hace leves signos de impaciencia. No interrogo a las flores, no interrogo a los astros... Una sonrisa de satisfacción vaga por los labios de Gertrudis.

Pirovani contestó con vehementes signos de asentimiento Así se hará; dice muy bien ese hombre. Es la primera vez, en mucho tiempo, que estoy de acuerdo con él.

Se abrió poco después la ventana del dormitorio de la señora, y apareció ésta, haciendo signos al recién llegado para que hablase en voz baja. Sebastiana se esforzó por oir, pero la ventana estaba tan lejos, que sólo reconcentrando su atención pudo alcanzar fragmentariamente algunas palabras. Estas palabras eran dichas con voces tan tenues, que no pudo tener una certeza absoluta de su exactitud.

Aves, peces, brutos, plantas, Astros, signos y planetas Digan, vean y publiquen, Oigan, miren, noten, sepan, Que hay honor contra el poder, Que hay industrias contra fuerza Y que hay en mujeres nobles Vida, honor, lauro y defensa. J. Schulze: sobre El Príncipe constante. Sus restos, llevados á Portugal por el rey Alfonso V, descansan en el convento de Batalha.

¡Que baile! ¡que baile! gritó la reunión. Soledad hizo signos negativos con la cabeza. Déjenla ustedes ahora: Soledad no está templada todavía manifestó Velázquez afectando desenfado. El rostro de la joven se contrajo con expresión sombría, y volviéndolo hacia Antoñico dijo en voz baja: No soy guitarra para templarme.

Pero antes, al pasar junto a la casa donde sonaba el violín, Barinaga, que venía hablando solo, se detuvo y calló. Se quitó el sombrero, que era verde, de figura de cono truncado, y alzando la cabeza escuchó con aire de inteligente. De vez en cuando hacía signos de aprobación.... «Conocía aquello; era la Traviata o el Miserere del Trovador, pero en fin cosa buena».

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