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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Pero añadió más severamente, te ruego, Magdalena, que no acojas a Francisca como lo haces... Es astuta esa muchacha... Me contraría el verla mañana con el señor Baltet... ¿Por qué? pregunté sorprendida. Por nada respondió la abuela, haciendo un movimiento como para ahuyentar un pensamiento importuno. Hablemos de nuestro complot...
La cual salió a la calle correcta y severamente vestida en traje de ceremonia diurna. Almorzó en Lhardy, dió una vuelta por Los Salvajes, y a las tres de la tarde, poco más o menos, se dirigió a casa de su tía la marquesa de Alcudia, sita en la calle de San Mateo. Esta severísima señora era muy celosa de la religión como ya sabemos. Lo mismo de su alcurnia, por no decir más.
Señor marqués murmuró , dispénseme la libertad que me tomo.... Una persona de su clase no se debe rebajar a importársele por lo que haga o no haga la criada.... La gente es maliciosa, y pensará que usted trata con esa chica.... Digo pensará Ya lo piensa todo el mundo.... Y el caso es que yo..., vamos..., no puedo permanecer en una casa donde, según la voz pública, vive un cristiano en concubinato.... Nos está prohibido severamente autorizar con nuestra presencia el escándalo y hacernos cómplices de él.
El médico de consulta a quien se habían dirigido en Vichy, al par que recomendaba las distracciones a Miranda, prohibía severamente a la anémica todo género de excitación, encargándole mucho que procurase aprovechar el carácter semi rural de la villa para hacer vida de campo en lo posible, acostándose con las gallinas y madrugando con el sol.
Mientras tanto la hermana, como princesa, pasaba el tiempo columpiándose en una mecedora, reprendiéndole cualquier falta severamente... En fin, ya puede usted suponer lo que pasaría allí. Compadecía mucho su situación, y pensando en los medios de aliviarla, se me ocurrió traerla a casa. Mas esto ofrecía dificultades. ¿En qué concepto iba a venir a mi casa?
Buenos ojos le vean a usted, Pepe dijo Esperancita clavando los suyos, risueños y nada feos, en el famoso salvaje. Preciosos son los que le están viendo ahora se apresuró a decir Ramoncito. Castro, antes de responder, le volvió a mirar severamente. El concejal, aturdido, dijo para amenguar un poco su torpeza: Porque ésta es la familia de los ojos bonitos. Gracias, Ramón.
Apartad, caballero, apartad, y no profáneis ese cadáver dijo el padre Aliaga, poniéndose delante de Dorotea. ¡Oh! ¡para qué quiero vivir! ¡Para doña Clara de Soldevilla, para vuestra esposa! dijo severamente Quevedo ; ¡ya que esa desgracia es irremediable, no causéis otra desgracia mayor! ¡Clara! ¡mi esposa! exclamó don Juan.
Examinó severamente lo que se veía del castillo, el emparrado, un rincón del parque, alzó los ojos hasta las torrecillas y se volvió para contemplar las pequeñas ventanas del antiguo departamento de Domingo. Domingo llegó a la terraza: se reconocieron. ¡Ah, qué sorpresa, mi amigo tan querido! dijo Domingo avanzando hacia el visitante, las dos manos cordialmente abiertas.
Señor replicó la señorita Laroque con una vivacidad muy extraña á su habitual lenguaje: ¡no sabe usted lo que dice! y agregó más severamente: olvida usted á quien habla. Es cierto, señorita respondí con dulzura, inclinándome he hablado sin saber, y he olvidado un poco con quien hablo; pero usted me ha dado el ejemplo.
Pocas veces tenía necesidad de reprenderla, pero cuando lo hacía, Nuncita bajaba la cabeza y al poco rato se la veía llevarse el pañuelo a los ojos y salir de la sala, mientras Carmelita seguía sus movimientos con mirada fija, sacudiendo al mismo tiempo la cabeza severamente. Poco faltaba para que la castigase dejándola sin postre o mandándola a la cama.
Palabra del Dia
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