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Entonces comenzó para ésta una vida bien miserable. Tristán apenas le hablaba: algunas veces se sentaban a la mesa y se levantaban sin haber despegado los labios. Sólo se dirigía a ella alguna vez cuando necesitaba desahogar su mal humor para reprenderla ásperamente, para injuriarla también en ocasiones. La joven contestaba a estas violencias con lágrimas y sollozos.

Pero en los últimos tiempos, algunas limosnas harto crecidas de la duquesa le alarmaron un poco y le obligaron a reprenderla paternalmente. Acostumbrado a hallar a su mujer sometida, apartada de toda ambición, ajena enteramente al éxito de sus especulaciones, la trataba como a una niña, si no como a un perro fiel a quien de vez en cuando se pasa la mano por la cabeza.

Las disposiciones de Fortunata y aun de la misma doña Lupe eran letra muerta. Robaba descaradamente, y su ama no se atrevía a reprenderla. Santa Cruz, que era el autor de todo aquel fregado, no sabía cómo arreglarlo, cuando su amiga le consultaba. El plan más prudente era tomar otro cuarto y despedir luego a Patricia, dándole una buena propina para que se callara.

Si la familia, en vez de repudiarla y de extrañarla de su cariño; si en vez de reprenderla y de afrentarla por aquellos amores; si en vez de acercarla al amante, porque al amante se acercaba todo lo que se desviaba de su familia; si en vez de esto, la hubiera atraido con paciencia, la hubiera exhortado con consejos, con cariño, con persuasion, con lágrimas, con súplicas, si era menester; si un hombre prudente hubiera dado un plazo á sus esperanzas; la hubiera alentado, la hubiera tocado el corazon, ¿estaria ahora esa jóven en Paris llamando á la muerte, desamparada, sola, perdida?

La superiora, entonces, le había mandado lamerla delante de la comunidad y de las otras niñas. Lo hizo por no dar mal ejemplo; pero en seguida se levantó y se fue a encerrar en su celda. La hermana Desirée la siguió y quiso traerla de nuevo a la mesa, a viva fuerza. Comenzó a reprenderla ásperamete, diciéndole mil insultos, y hasta trató de golpearla.

El marido protege á su muger contra cualesquiera injurias, tomando siempre su partido aunque ella no tenga razon, lo cual causa frecuentemente efusion de sangre. No obstante, no le quita esta adhesion el derecho de reprenderla en secreto.

Pocas veces tenía necesidad de reprenderla, pero cuando lo hacía, Nuncita bajaba la cabeza y al poco rato se la veía llevarse el pañuelo a los ojos y salir de la sala, mientras Carmelita seguía sus movimientos con mirada fija, sacudiendo al mismo tiempo la cabeza severamente. Poco faltaba para que la castigase dejándola sin postre o mandándola a la cama.

Indudablemente se habían propuesto no reprenderla si tiraba el dinero, para que cuanto más derrochase con mayor facilidad pudieran ellos englobar sus robos en los gastos, y al mismo tiempo, estorbando que se casase, dilatar la época de la rendición de cuentas.

Volviendo a la marquesa, digo que ese azaroso tramo de su vida pecadora duró seis años. Guzmán, que era por entonces un señor bastante gordo y entrecano, pero siempre de gran ver, iba poco, muy poco, por la casa de su amiga; y cuando iba, era para reprenderla. Te empeñas en que te oiga la dijo más de una vez , y al fin te oirá.

Había pasado todo el día sumida en profunda tristeza, llorando á ratos amargamente, haciendo, sin embargo, penosos esfuerzos por mostrarse serena á fin de no aumentar el dolor de la buena Felicia que estaba inconsolable. Lo que más contristaba á la zagala era que ésta perdiera aquella confianza maternal para tratarla y reprenderla.