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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Los criados quitan los platos uno por uno, pues es de muy mal gusto quitarlos poniendo uno sobre otro; al servir debe el criado presentar la fuente por la izquierda y bastante baja, para que el convidado se sirva con comodidad; al presentarla debe llevar sobre la mano y debajo de la fuente una servilleta doblada en cuadro y poniendo la mano muy abierta.
Es ya cursi eso de amontonar trastos...» Supongo que encargará usted para su budoir algún cuadrito a Núñez dijo Tristán con sonrisa maliciosa. ¡Vamos, no sea usted rencoroso ni impertinente! replicó Elena dándole con la servilleta suavemente en la cara. Y la charla prosiguió viva y alegre.
Haga el favor de llevarme allí dijo Julián levantándose y limpiándose apresuradamente los labios sin desdoblar la servilleta. Antes de dar con el marqués, recorrieron el capellán y su guía casi toda la huerta. Aquella vasta extensión de terreno debía haber sido en otro tiempo cultivada con primor y engalanada con los adornos de la jardinería simétrica y geométrica cuya moda nos vino de Francia.
El que era simpático se hace indiferente, concluyendo por ser antipático, y en tal estado, una mirada, una palabra, una reticencia, un cambio de servilleta ó de asiento y ... adiós educación y miramientos sociales. Esto con el que fué simpático, pues con el que no lo fué, los disgustos son inevitables.
Volví a casa, lento y pensativo. En la comida, Camilloff, desdoblando su servilleta, me preguntó mis impresiones sobre Pekín. Pekín me hace sentir muy bien, mi general, los versos de un poeta portugués: «Sóbalos ríos que v
Sentado en un banco Agapo, el filósofo cínico, ha visto con mirada distraída el desfile de bolsistas; tiene sobre sus rodillas un periódico doblado en cuatro, a guisa de servilleta, y come tranquilamente una rueda de salchichón, un trozo de queso, pan y dos naranjas, de postre.
Entramos en el primer salon del establecimiento y nos sentamos cerca de una mesa de mármol, limpia y lustrosa, sin manteles ni servilletas. En la targeta que nos dieron á la entrada, están notados todos los artículos disponibles en el establecimiento, con el precio de cada uno al márgen. La servilleta es el primero de aquellos artículos, y cuesta un sueldo por cada comida.
Por lo demás, le basta con poco para contentar la porción de Alma y Cuerpo de que aparentemente se compone. Hacia mediados de abril, sonríe y dice desdoblando la servilleta: «tenemos el verano encima»; todos concuerdan con él y Pinho goza.
Me apieta la servilleta concluye por exclamar en tono lastimero la niña que se sienta al lado de la institutriz. Es una hermosa criatura de cinco años á lo sumo, con rostro trigueño y cabellos negros ensortijados, que caen en profusión sobre el cuello y la frente. La institutriz, sin despegar los labios, lleva sus manos al cuello de la niña y afloja la servilleta.
¿Encontraré piedad en las almas ideales que viven de ilusiones, si hago la confesión sincera de haber sentido un placer inefable, en unión con mi joven secretario, cuando nos sentamos a la mesa del Saint-Simon, que se nos dio una servilleta blanca como la nieve y recorrí con complacidos ojos un menú delicado, cuya perfección radicaba en el exiguo número de pasajeros?
Palabra del Dia
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