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Actualizado: 27 de mayo de 2025


A Francia voy; pero con tu charla nos vamos a quedar sin comer. No faltaría más.... Sardiola dirigió a uno de sus compañeros de servilleta algunas palabras en eúskaro, erizadas de zetas, kas y tes. Fueron al punto servidos Artegui y Lucía, mientras el mozo se apoyaba en el respaldo de la silla del primero. ¡Con que a Francia! ¿Y la señora doña Armanda? ¿Se conserva bien?

El Provisor hizo un gesto de paciencia y salió tras ella. «No era todavía hora de cenar, faltaban más de cuarenta minutos... pero ¿quién se lo decía a ella?». Doña Paula se sentó junto a la mesa, de lado, como los cómicos malos en el teatro. Junto al cubierto de don Fermín había un palillero, un taller con sal, aceite y vinagre. Su servilleta tenía servilletero; la de su madre no.

Hindenburg, que estaba limpiando un vaso, quedó con las manos inmóviles, sin sacar la servilleta de la cavidad de cristal. Ferragut fué á sentarse junto á una mesa vacía, con la espalda apoyada en la pared. Un criado, el único del establecimiento, acudió para enterarse de lo que deseaba, el señor. Era un andaluz pequeño y vivaracho, que sus andanzas habían traído á Barcelona.

Se escurre un cuarto de hora antes de servirlo; se le descose la boca; se pone sobre una tabla cubierta con una servilleta; se guarnecen las partes defectuosas con perejil en rama, y se sirve, sea con una salsa blanca de alcaparras o anchoas en la salsera o simplemente con aceite y vinagre.

El conde levanta la cabeza con impaciencia y cambia una rápida mirada con la institutriz. ¡Me apieta, me apieta!... La institutriz arranca la servilleta, baja á la niña de la silla, la arrastra hacia una habitación contigua, abre la puerta y la empuja hacia lo interior, cerrando después. Y tranquilamente vuelve hacia la mesa y se sienta.

Jacinta les hubiera echado, abriendo todas las ventanas y sacudiéndoles con una servilleta, como se hace con las moscas. Cuando su marido y ella se quedaron solos, parecíale la casa un paraíso; pero sus ansiedades eran tan grandes que no podía saborear el dulce aislamiento. ¡Solos en la alcoba! Al fin...

En la tarjeta que lleva el nombre de cada convidado, se escribe el menú y se coloca sobre la servilleta, y ésta, plegada, sobre el plato, y el panecillo debajo.

A la mañana siguiente, el sanitario le esperaba en el mismo sitio con una servilleta llena. ¡Barbudo servicial y bueno!... Le ofreció una moneda de oro. Nein contestó estirando su boca con una sonrisa maliciosa. Dos rodajas brillantes aparecieron en los dedos de don Marcelo.

Y le condujo al comedor, que estaba cerca, y le hizo sentarse a la mesa. Después sacó de un armario cubierto, servilleta, pan, vino, un plato de pavo en galantina y un tarro de dulce, y se lo fue colocando delante, uno en pos de otro, con el sosiego y compás que caracterizaban todos sus movimientos. Coma usted, señor marqués; coma usted.

Háilo y muy rico dijo Casilda. Pues cuatro botellas, virtud sirviente; búscalas de las que estén más empolvadas, y si tienen telarañas, mejor. ¿Y qué haces ahí? añadió don Francisco dirigiéndose á Pedro, que estaba detrás de la mesa con una servilleta en el brazo. La señora y yo necesitamos estar solos. Pedro salió.

Palabra del Dia

hociquea

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