United States or Ethiopia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Naturalmente decía Ido a cada instante, echando ansiosas miradas en redondo por ver si aparecía la chuleta. Jacinta entró con un plato en la mano. Tras ella vino Blas con el mismo velador en que había almorzado el señorito, un cubierto, servilleta, panecillo, copa y botella de vino.

Ninguno se atreve a levantar los ojos para no encontrarse con los de los demás, y tan sólo se dirigen miradas furtivas y dolorosas al sitio que el ser que acaba de huir de este mundo para siempre ha dejado vacío. Los manjares se tragan maquinalmente, sin gustarlos, y el pañuelo va más veces a los ojos que la servilleta a los labios.

Más impacientes, algunos se levantaban de sus asientos con la servilleta en la mano, y alargaban el pescuezo queriendo distinguir por las ventanas del comedor aquellas islas ante las cuales iban a pasar de largo y de las que hablaban todos como de una tierra de promisión.

Como para renovarlo, entreoyó detrás de rumor de pisadas cautelosas, y al volverse vio a Sabel, que le presentaba con una mano platillo y jícara, con la otra, en plato de peltre, un púlpito de agua fresca y una servilleta gorda muy doblada encima.

Iba yo despegando las hojas y colocándolas cuidadosamente, en filas paralelas, sobre una servilleta. Esta operación era muy larga. Una noche la tía se quedó dormida.

Voy a poner la mesa... Tenga usted quietecitas las piernas, que necesito de ellas en este momento. Juntó las suyas con las del clérigo, extendió una servilleta por encima y fue colocando los víveres. Los frascos con el vino los puso en el suelo. Me parece que no habrá necesidad de que saque los tenedores, ¿verdad?... Seamos humildes. Comamos con los dedos.

Todos contestaban con un «¡ohde protesta, mientras se acomodaban la servilleta en el pescuezo. Ya sabían que la dueña de la casa arreglaba bien las cosas. Y empuñaban el tenedor, como diciendo: «¡Venga de ahí, que estamos a todoNo fue malo el desfile de platos organizado por Visanteta. Era la cocina indígena, con todo su esplendor de las fiestas tradicionales.

¿Otra cosa, caballeros? volvió a preguntar el mozo poniéndose la servilleta bajo el brazo y apoyándose con ambas manos en la orilla de la mesa. Una tortilla de yerbas... ¿qué les parece? dijo Melchor. Por , no. Entonces, ¿quemada, con azúcar? Por , no insistió Lorenzo, agregando: Para , café. Y para también. Bueno; mozo, tráiganos café. ¡Conforme! repuso el mozo, alejándose.

MANOS DE CERDO REBOZADAS. Se cuecen muy bien por el mismo procedimiento que en la fórmula anterior, rebozándolas con harina y huevo batido, friéndolas en aceite fino muy caliente, y bien doraditos los trozos se sirven, poniendo una servilleta en la fuente antes de colocarlas.

Osorio se apresuró a ofrecer el brazo a la baronesa de Rag y rompió la marcha hacia el comedor seguido de todos los convidados. Cerrando la comitiva iba el barón conduciendo a Clementina. Los criados esperaban puestos en fila con la servilleta al brazo, capitaneados por el maître. Osorio fué designando a cada invitado su puesto. No tardaron en acomodarse todos.