Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de mayo de 2025
Puntualmente baja a la reja todas las noches a hablar con el enamorado, a lo que se llama pelar la pava. En cada calle de cualquier lugar de Andalucía se ven, de diez a una de la noche, sendos embozados, como cosidos a casi todas las rejas. Tal vez suspira él y exclama: ¡Qué mala es usted! Y ella responde: ¡Pues no, que usted!... Y exhala otro suspiro. Así se pasan horas y horas.
Sin este aparador habia en el mismo patio otros sendos aparadores, á cada lado el suyo, con gran cantidad de bagilla de plata para el servicio de las otras mesas.
Me dieron sendos apretones de manos, que me hicieron ver las estrellas; y mientras volvían a sentarse, a mis ruegos, y me sentaba yo también a los de mi tío entre él y el señor Cura, continuó diciendo el primero, señalando al segundo: El señor don Sabas Peñas, párroco de este pueblo desde que cantó misa... ¡ya hace fecha! porque te advierto que no baja una peseta de los tres duros y medio... Se los llevo bien contados... Buen amigo, buen cumplidor de sus deberes, eso sí, y muy docto en latines de todas clases... y en poner una bala en el corazón de un oso sin que le tiemble el pulso... No se le conoce otro vicio.
¿Qué quería usted? preguntó, como pudo haberlo preguntado la pared. Petra se repuso y, casi con altanería, contestó: Era un recado para el señor Magistral. Y salió del despacho. En la puerta de la escalera la recibió con afable sonrisa Teresina y se despidieron con sendos besos en las mejillas, como las señoritas de Vetusta. Eran amigas, ambas de la aristocracia de la servidumbre.
Trazaban luego, por espacio de dos horas, sendos garabatos en un papel rayado; y después de contestar de memoria á las preguntas de un catecismo, cosían tres horas largas, hasta que llegaba la del juego. El recreo tenía lugar en un patio obscuro y hediondo, cuya vegetación consistía en un pobre clavel amarillento y tísico que crecía en un puchero inservible, erigido en tiesto de flores.
Obdulia, en cuanto entraron los otros, le olvidó por completo. ¡Antes había olvidado a don Saturnino, que yacía en «el lecho del dolor» con sendos parches de sebo en las sienes, entregado al placer de rumiar los dulces recuerdos de aquella tarde arqueológica!
Sí, Horn; y trataremos de no perder tiempo. Me parece que las piraguas nos ganan a andar, y si no nos apresuramos, dentro de dos horas las tendremos encima. ¿Qué debemos hacer? preguntaron Hans y Cornelio. Desplegar más la vela que tenemos, y añadir otras dos que arreglaremos con el encerado y que armaremos en sendos remos a popa y a proa: ¡Al trabajo, muchachos!
Las dos criadas, que entraron en pos de ella, colocaron también sobre la mesa blanco pan, anchas copas y sendos y grandes jarros. Señalándolos Teletusa con el dedo, habló así: Este es vino rancio y seco de Chipre, néctar exquisito, consagrado a Venus, cuya fue aquella isla, allá en las edades felices en que vivieron y reinaron las diosas entre los mortales.
Para ello hacían frecuentes excursiones a los alrededores y pueblos comarcanos de Madrid. Generalmente las hacían a pie, vistiendo ambos el largo y vueludo gabán característico de los sabios, sombrero de alas amplísimas y zapatos claveteados; en la nariz, las imprescindibles gafas de cristales ahumados y en la mano sendos paraguas de tela de algodón.
De Radamisto hijo de Tarasmanes rey de Iberia nos cuenta Tacito un suceso semejante, cuando huyendo con su mujer Cenobia en sendos caballos junto al rio Arajes, viéndola rendida por estar preñada, y temiendo que no llegase á manos de su enemigo ofendido, prenda en quien pudiese con grande mengua y afrenta suya vengarse, le dió cinco heridas, y la echó en el rio: pero Cenobia tuvo diferente fin que la mujer del Masageta, porque unos villanos la sacaron del rio, la curaron, y entregaron al rey Tiridates enemigo de Radamisto.
Palabra del Dia
Otros Mirando