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Actualizado: 2 de noviembre de 2025
¿Por qué les da a todos en seguida por hablar entre sí, sin cuidarse de él para nada? Su regordeta vecina era víctima del mismo abandono. Ambos parecían consternados. Carlota, inquieta, temblorosa, pidió auxilio a su hermanita llamándole la atención acerca de una manteleta que vestía cierta señora que acababa de entrar.
En resumen, D. Narciso se sentía minado en los cimientos y temía a cada instante venir al suelo. No es maravilla, pues, que la mirada y el saludo con que acogió al joven presbítero fuesen menos afectuosos de lo que debía esperarse. No recordaba poco ni mucho la amable recepción que San Juan Bautista, maestro querido y celebrado, hizo al joven y divino discípulo que le había de eclipsar en seguida.
A la izquierda de la alquería, bastante lejos, resonaba como un chisporroteo sordo y profundo, en los puertos del Grosmann. ¡Luisa, Luisa! gritó la labradora ; ¿no oyes? ¡Sí!... ¡Oh, Dios mío, es terrible! Catalina saltó de la cama. Levántate, hija mía añadió ; vamos a vestirnos en seguida. Los disparos aumentaban, y sus fogonazos cruzaban por los cristales como relámpagos.
El poeta nos lleva en seguida á la casa solariega de los Benavides, y nos representa los inocentes solaces de Sancho y de Sol, dos jóvenes campesinos, que, si bien todavía casi niños, se profesan inclinación amorosa. Esta escena es encantadora y de las mejores de nuestro poeta.
Miss Nicholson respondió con un gesto expresivo acompañado de cierta expresión que a nuestra lengua podríamos traducir por ¡caramba!, arrojándose en seguida al cuello de la vizcondesa, a quien cubrió de besos, para salir después con su aire marcial, la frente radiante, cual si ya reposaran en ella los elegantes florones de la corona de marquesa.
865 Ansí me encontre de nuevo sin saber dónde meterme, y ya pensaba volverme cuando, por fortuna mía, me salieron unas tías que quisieron recogerme. 866 Con aquella parentela, para mí desconocida, me acomodé ya en seguida, y eran muy buenas señoras; pero las más rezadoras que he visto en toda mi vida.
En seguida el verdugo, que era un negro esclavo del infeliz corregidor, le arrancó el uniforme en señal de degradación, le vistió una mortaja y le puso la soga al cuello.
Catalina Lefèvre no pudo dejar de sonreír; mas, volviendo a adquirir en seguida su aire serio, añadió: Todos sus razonamientos, Juan Claudio, no pueden convencerme; pero, lo confieso, el silencio de Gaspar me horroriza... Conozco muy bien a mi hijo y sé que seguramente me ha escrito. ¿Por qué sus cartas no han llegado a mi poder?... La guerra marcha mal, Hullin; tenemos todo el mundo contra nosotros; por ahí fuera no quieren nuestra Revolución, usted lo sabe tan bien como yo.
Luego fijó tiernamente los ojos en su madre y en su marido y sonrió. En seguida volvió la cabeza y quedó inmóvil. Guillermo, asustado, asió su mano; estaba fría. Cornelia había muerto.»
De cuando en cuando, entre el grupo de los hombres y el de las mujeres se cruzaban palabras libres, gestos desvergonzados, un tiroteo de chistes convencionales, que sorprenden la primera vez y aburren en seguida. Particularmente, Concha la Carbonera respondía con una viveza y desgarro que me infundían repulsión. El hastío me hizo acercarme al guitarrista y trabar conversación con él.
Palabra del Dia
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