Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de julio de 2025
Su claro talento te sedujo: doble motivo para que le emplee en hacerte feliz, para que se deje de vagas meditaciones y acuda a lo que importa. No sé qué agudo escritor ha comparado al filósofo especulativo con un mulo que da vueltas a una noria, atado a ella por el diablo de la metafísica, sacando agua que no bebe, y sin comer la abundante hierba y lozana hortaliza que por todas partes le rodea.
Su inefable dulzura, la sumisión con que recibía los consejos y advertencias, le sedujo y le inquietó al mismo tiempo: le inquietó porque desconfiaba mucho de si mismo, temía no acertar a comprender los anhelos ardientes, las reconditeces sublimes de un ser superior a todos los que hasta entonces había conocido.
Miren... y no lo digo por ofender á nadie... ¡miren con qué ramillete de claveles te acarició y te sedujo nuestro enemigo común!... Con un manojo de aulagas. Suave flor trasplantaste al jardín de tus amores... ¡Un cardo ajonjero! Hermosa debe haber sido Doña Blanca... todavía lo es; pero ¡hombre! ¡si es un erizo!
Amado por su madre y odiado por su padre, nunca se había atrevido á visitar á la primera sino en secreto; más tarde, ya mancebo, y para olvidar sus desdichas domésticas, se entregó á todo linaje de excesos, sedujo á una doncella y mató á su hermano, viéndose obligado á huir para escapar á la pena de sus delitos.
Y si a Santaló cegaba el cariño apasionado, y a la tía María la bondad suma, ambos llegaron a la vez a cegar a Stein. Pero después de todo, lo que más le sedujo fue la voz pura, dulce, expresiva y elocuente de María. «Es preciso se decía a sus solas que la que expresa de un modo tan admirable los sentimientos más sublimes, posea un alma llena de elevación y ternura.»
En los primeros días le sedujo la novedad de ver caras extrañas, de sentir el roce de aquel arroyuelo de curiosos que, bifurcándose de la gran inundación de viajeros que corrían Europa, llegaba hasta Toledo. Pero al poco tiempo le parecieron iguales las gentes que veía todas las tardes.
Si de mozo no sedujo a Velázquez el clasicismo sabio, pero frío de Pacheco, tampoco se dejó deslumbrar por la magnificencia de Rubens, a quien seguramente vio, en su visita a Madrid, pintar originales y copias: ni su entusiasmo por Tiziano y Tintoretto, le hizo vacilar en aquel amor que mostró dentro de lo verdadero a lo más sencillo.
La extraña poesía de la religión, compuesta de misterios ininteligibles, esperanzas mal definidas y amenazas tremendas, la sedujo con el encanto de lo extraordinario y, rechazando instintivamente las abstracciones, que tampoco Tirso hubiera podido explicarla, acogió de buen grado lo que hiere la imaginación.
La Groenlandia no les sedujo: ellos no iban en busca de tierras, sino del mar y de los parajes frecuentados por la ballena. Todo el Océano la sirve de refugio, paseándose por él, especialmente en alta mar. Cada especie da la preferencia á cierta latitud, á una zona de aguas más ó menos fría. He aquí lo que trazó las grandes divisiones del Atlántico.
Quizás por esto mismo tampoco sirve allí de timbre y loor á un hombre el ser un D. Juan Tenorio ó cosa parecida. ¡Todo el mundo detesta y condena al infame que sedujo á una joven en estado de merecer, perdió á la mujer del prójimo ó dejó abandonada á la suya! ¡Dure mucho en mi amada tierra este sentido moral! Cuando él falta, los pueblos más prósperos son una repugnante sentina. Dígalo París.
Palabra del Dia
Otros Mirando