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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Allí vaciló un poco, porque seguía profesando a aquella habitación el mismo respeto que cuando niño. Raimundo dijo, viendo a un criado pasar, entra en el cuarto de papá y pregúntale si puede recibir al señorito Miguel, que desea hablarle. El criado tardó un rato en salir con la respuesta afirmativa. Miguel entró solo.
¿Y por qué no? le respondí, ¿Cuánto vale la jaca? Media bicoca, señorito; por ciento cincuenta duros.... Es muy cara. Ah, señor! si usté supiera lo que vale la yegua!... Es mas fina que una perla; y tal madre tal hijo. Entonces la jaca es muy mala. Puah! qué está usté rezándome! Y el padrote.... La verdad: la yegua fina da mal potro, si el caballo es bueno.
Nada de lo que acababa de oir tenía novedad y se decidió á abordar el asunto que más le interesaba dilucidar. ¿Qué influencia cree usted que han podido tener en la conducta de Jacobo los amigos que le rodeaban? ¡Oh! señor, eso es muy difícil juzgarlo. El señorito estaba en condiciones muy especiales. Vivía en casa de su madre, viuda, y tenía en casa una señorita joven.
Exclamó con desconsuelo sincerísimo: Yo confieso la verdad, señorito.... De estas cosas de aldea, no entiendo jota. Vamos a ver la casa indicó el señor de Ulloa . Es la más grande del país añadió con orgullo.
Fermín iba de un lado a otro sin encontrar obstáculos. Su exterior era de señorito, y la fuerza armada sólo daba caza a las mantas, a los sombreros de campo, a los chaquetones rudos; a todos los que tenían aspecto de trabajadores.
¿Tú por aquí, Sardiola? murmuró reposadamente Artegui. Almorzaremos bien, porque pondrás cuidado en servirnos. Pues sí, señorito, yo por aquí... Después dijo recalcando la frase y bajando la voz , como todo lo mío lo encontré arrasado... la casa hecha cenizas, y el campo perdido... me di a ganar la vida como pude.... Y usted, señorito.... ¿Sigue usted a Francia?
Muchos años hacía que la polilla y la vetustez habían dado cuenta de la tablazón del piso; y no alcanzando, sin duda, los medios de los Limiosos a echar piso nuevo, se habían contentado con arrojar algunas tablas sueltas sobre los pontones y las vigas, y por tan peligroso camino cruzó tranquilamente el señorito, sin dejar de ofrecer los dedos a Nucha, y sin que ésta se atreviese a solicitar más firme apoyo.
La piel erizábase de gotas de sudor; los pechos se dilataban, como si no encontrasen aire. ¡Vino y más vino! Para el calor no existía remedio más acertado: era el verdadero refresco andaluz. Batiendo palmas unos, y chocando otros las botellas vacías, como si fuesen palillos, jalearon las famosas sevillanas de María de la Luz y el señorito.
El pobre señorito se levantó de un salto, y abrazando con un movimiento lleno de gracia al gimnasta Calixto, se dirigió a la puerta, sin querer entregar al lacayo el envoltorio de sus premios. En la verja del jardín le detuvo el padre rector, que allí estaba despidiendo a los niños; besóle Paquito la mano, y abrazándole él cariñosamente, le habló breve rato al oído.
¡Guasona! exclamó Isidro, volviendo a meter el brazo por debajo del mantón . ¿Es que quieres burlarte de mí? Lo digo como lo siento continuó la muchacha con sencillez ; el más guapo de Madrid. Pero no se enorgullezca usted por esto, señorito. Ella se había enamorado sin saber cómo.
Palabra del Dia
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