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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Cuando las señoritas necesiten algo... dijo tímidamente, como el que no se atreve a hacer un favor , llámenme siempre , siempre.... Si estoy en la estación, llamen por Juanilla... es la camarera de este tramo, una muchacha lista como una pimienta.... Pero siempre que yo pueda servir de algo... vamos, que me alegraría mucho; basta haber visto a la señorita con el señorito Ignacio....
Sí, ellos; ayer el señorito Álvaro, que es el que manda allí... porque el amo está ciego, ve por sus ojos: el señorito Álvaro me puso de patitas en la calle. Hoy debo despedirme. Me ofreció colocación en la fonda; pero yo prefiero quedar en la calle.... Vendrás a esta casa, Petra dijo la voz de caverna, con esfuerzos inútiles por ser dulce.
También había correspondencia larga, y lo peor del caso es que yo era el correo de los dos amantes. ¡Aquello me daba una rabia...! Según la consigna, yo salía a la plaza, y allí encontraba, más puntual que un reloj, al señorito Malespina, el cual me daba una esquela para entregarla a mi señorita.
Le pones en la mesa la orza, y que se harte; a ver si lo acaba. Está fermentando y no hay quien lo pase... Si el señorito Maxi viniese antes de que esté de vuelta, le pones de principio una de las dos chuletas de ternera, la más crecidita, y de postre le sacas las pastas que trajo el bollero esta mañana, y la carne de membrillo que yo tomo. Conque a ver si lo haces todo al revés».
María de la Luz se sintió arrastrada por el señorito, que la agarró una mano, sujetándola al mismo tiempo por el talle. La moza se resistió a bailar. ¡Dar vueltas, cuando su cabeza parecía balancearse y todo giraba en torno de sus ojos!... Pero al fin, se abandonó, entregándose a su pareja. Luis sudaba, fatigado por la inercia de la muchacha. ¡Vaya una moza de peso!
Lo que tú vas a hacer, es ir mañana a avistarte con tu primo y decirle que, avergonzado de tu falta, te casas con mi hermana, como debe hacerlo un caballero. Si él da su permiso, mejor: si no lo da, es igual. Tú te casas, y procuras, corrigiéndote, no hacer infeliz a tu mujer. El señorito había echado atrás su silla, como escandalizado por lo enorme de la pretensión.
En aquel Madrid estaba el señorito, el hijo de los amos, con el cual había jugado muchas veces siendo niña, y de cuya presencia huyó avergonzada el verano anterior, cuando hecho un arrogante mozo visitó el huerto. ¡Pícaros recuerdos!
Yegua ordinaria, sabrosa jaca, dice el proverbio de los chalanes. Ah! este señorito sabe el negocio. Eh! tiempo perdio! Y me volvió la espalda con soberana indiferencia, seguro deque no habría negocio. El Gitano es así.
Su ama le leyó la cartilla el primer día, diciéndole: «Mira, si algún sujeto que tú no conoces, por ejemplo, un señorito flaco, de mal color, así un poco alborotado, te pregunta en la calle si vivo yo aquí, dices que no. No abras nunca la puerta a ninguna persona que no sea de casa.
Como la Alavesa se trajo a Juanilla, que es prima hermana mía... y a mí me daba, vamos, tanta tristeza de ver corretear las columnas guiris por aquellos picachos adonde solo subíamos, con la ayuda de Dios, los mozos del país y las fieras de los montes... y en fin, que me moría de pena en aquella estación... le escribí una carta al señorito... aún vivía su madre, ¡en gloria la tenga Dios! y me recomendó a la Alavesa... y aquí me tiene usted, tan campante....
Palabra del Dia
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