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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Por la tarde, ya ensillado el caballo del señorito, próxima la hora del tren que había de tomar fuera del pueblo, rondaba Rita el cuarto del viajero, muy compungida. Al salir le dió el médico la mano, y le dijo revelando preocupación secreta: Si ocurre algo en Rucanto me escribes o me telegrafías, ya te diré adonde. Se despidieron.

Miraba a todos con insolente superioridad, como si las cicatrices del amigote fuesen una declaración de su propio valor, y vivía feliz creyendo que en todo Jerez no había quien le disputase su guapeza con los hombres y su buena fortuna con las mujeres. Cuando el capataz de Marchamalo le habló en favor de Rafael, el señorito lo admitió inmediatamente.

La portera, al ver una señora tan elegante, se mostró locuaz y complaciente; pero Clementina la atajó en seguida. ¿Cómo se llama el señorito? D. Raimundo Alcázar. Mil gracias. Y se alejó inmediatamente. Salió a la calle y dió unos cuantos pasos.

¡Ay señorito! exclamó ella, siempre rodeada de sus niños y con un quinqué de petróleo en la mano . El lujo del pobre: mucha escoba y mucho trapo. Si fuera solita, no digo que no compraría algunas cositas que nos hasen farta, y estaría regulá. Pero ¡cómo quiere uté que una porspere con esta gusanera de chico! El símil no dejaba de ser exacto.

Este señorito llevó al forastero de visita en casa de su padre, que era el que más escupía por el colmillo en Villafría en punto a hablar de onzas de oro, y a ponderar la abundancia y grandeza con que vivía. A las pocas preguntas del forastero, el hacendado le dijo todo lo rico que era, triplicando sus facultades.

Por fin, cierta noche en los últimos días de enero, regresando Miguel a casa, le dijo el criado al entregarle la luz: Señorito, en su cuarto está un joven que ha venido ya otras veces a verle... Llegó en mangas de camisa y sin sombrero y me pidió por favor que le dejase entrar a esperarle... No si habré hecho bien... Me dijo que le había pasado una desgracia...

Dispararías cuando fuera menester... No, no, siempre... Al que me hiciera algo, ¡zas!...». A esto llegaban cuando volvió la criada trayendo un plato con varios pedazos de turrón, de parte de la señorita Emilia y del señorito Miquis.

«Chiquilla, ¿me das la mano del almirez? Esta bota tiene un clavo tremendo, pero tremendo, que me ha dejado cojo». Papitos cogió la mano del almirez, haciendo el ademán de machacar al señorito la cabeza. «Vamos, niña, estate quieta. Mira que le cuento todo a la tía. Me encargó que tuviera cuidado contigo, y que si te movías de la cocina, te diera dos coscorrones».

Como persona, simplemente, a Nieves le había parecido Leto «un excelente muchacho»: bondadosote, placentero y sencillo hasta dejarlo de sobra; como pintor de acuarelas, notabilísimo; dándole el brazo a ella para ir al comedor, un señorito de aldea; hablando de su barco, «otro hombre», y gobernándole... ¡allí era donde había que verle!

Aquí cerca mataron un hombre, ¿verdad? Donde está la cruz de madera. ¿Por qué fue, señorito? ¿Alguna venganza? Una pendencia entre borrachos, al volver de la feria respondió secamente don Pedro, que se hacía todo ojos para inspeccionar los matorrales. La cruz negreaba ya sobre ellos, y Julián se puso a rezar el Padre nuestro acostumbrado, muy bajito.

Palabra del Dia

bagani

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