Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de junio de 2025
Por fin le presentaron en la casa; ella no le puso mala cara, y estuvieron en relaciones... cosa de seis meses. Pues no comprendo... Al cabo de aquellos seis meses llegó el verano. Mis señoritas tienen costumbre de salir de Madrid todos los veranos, y se encontraron con que aquel año no podían: verá V. por qué. La casa donde vivimos en Madrid es de doña Carmen; un caserón viejo, a la antigua.
En la primera iban, entre otras personas distinguidas, las dos señoritas de Delgado con su hermana la viuda, que iba autorizándolas con su presencia; las de Merino con su hermano Bonifacio, el más complaciente de todos los hermanos; tres o cuatro oficiales de la Fábrica, don Mariano, don Máximo, Martita y Ricardo.
Emma se creyó en el deber de no dejar ir solas a aquellas señoritas al escenario y sus oscuros alrededores, y desde la primera noche, sin consultarlo tampoco con nadie, las acompañó, y las presentó a la Gorgheggi, que las ofreció su cuarto para pasar el rato en amable tertulia durante los entreactos.
En manera alguna, se lo aseguro. Mis sentimientos de las conveniencias sociales añadió con gazmoñería, se hubieran alarmado quizá con cierta justicia si me hubiesen propuesto que ayudara a tres señoritas a salir de noche por la ventana de la clase, pero ya que se trataba de entrar nuevamente en ella... Sonó con fuerza la campanilla de la puerta de entrada y el señor Príncipe se puso en pie.
En todas las casas entra y sale como en la suya. A todos los señoritos y señoritas de la edad de Pepita, o de cuatro o cinco años más, los tutea, los llama niños y niñas, y los trata como si los hubiera criado a sus pechos. A mí me habla de mira, como a los otros. Viene a verme, entra en mi cuarto, y ya me ha dicho varias veces que soy un ingrato, y que hago mal en no ir a ver a su señora.
Era una fiebre nerviosa; una crisis terrible, había dicho el médico; la enfermedad había coincidido con ciertas transformaciones propias de la edad; propias sí, pero delante de señoritas no debían explicarse con la claridad y los pormenores que empleaba el doctor.
Las señoritas que ya estaban en edad de afeitarse fingían rubor ante sus miradas audaces; pero las que no se veían objeto de la belicosa admiración se mostraban nerviosas, envidiando á sus compañeras. Pasó por entre estos guerreros, con toda la austeridad de su carácter universitario y sus opiniones antimilitaristas, el profesor Flimnap.
Al terminar estas observaciones, la señorita Nancy se volvió también hacia las señoritas Gunn a fin de evitar la falta de cortesía de no dirigirse a ellas al mismo tiempo.
D. Fadrique. Beso los pies de Vds., señoritas. El Comendador le allanó el camino para que se viniese con él y con las niñas y los acompañase un rato en el paseo. Habló á D. Carlos de sus estudios, le ponderó lo mucho que le agradaba la poesía, le encomió el idilio y se le hizo repetir.
Pero, como va insinuado, no nos referimos a estas planchadoras, sino a las otras, a las señoritas que, en sentido figurado, se aplica este mismo sustantivo, cuando en los bailes, fiestas y saraos, se ven relegadas o poco atendidas por los caballeros. Quedarse «planchando»... Nada aflige tanto a una muchacha, ni le da una impresión más completa de su poquedad, de su insignificancia en el mundo.
Palabra del Dia
Otros Mirando