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Actualizado: 27 de mayo de 2025
40 Y tomaréis el primer día [gajos] con fruto de [algún] árbol hermoso, ramos de palmas, y ramas de árboles espesos, y sauces de los arroyos; y os regocijaréis delante del SE
No obstante, cerca del nacimiento el agua va por tierra llana, con sosegada corriente y apacible murmullo, sin que haya ruido mayor en aquella amena soledad que el que produce el nacimiento mismo; el golpe del agua que brota de la peña y cae dentro de la gruta. Á la orilla del estanque rústico hay varios sauces, y junto al tronco del más alto y frondoso un poyo ó asiento de piedra.
¡Cómo me entristecieron las fúnebres preces! ¡Pasó por mi alma no sé qué, algo como una sombra de fugitivo dolor! El carruaje iba a todo correr por el ancho camino. La noche venía, y el caserío se perdía en las tinieblas. Al fin de la dehesa, al otro lado del riachuelo, detrás de una hilera de sauces babilónicos, blanqueaba el templo, cuyas campanas convocaban a la oración.
Después, la exposición de todo el departamento es al sol naciente, cuyos primeros rayos van, a pesar de todos los obstáculos, a posarse todas las mañanas sobre sus párpados aún somnolientos. ¡Figúrate tú la impresión que me ha producido una mujer que no ama el sol naciente, ni el follaje de los sauces llorones, ni el rumor del agua lejana, y que, además, lee a Condillac o quiere hacerlo ver!
«Ahora... dijo algo balbuciente . Porque verá usted, Carolina... tengo una idea... la estoy viendo. Es un cenotafio en campo funeral, con sauces, muchas flores... Es de noche». ¿De noche?
Se detuvo en el lado opuesto de un grupo de sauces, donde encontró atado otro caballo con silla de hombre, el mismo que montaba en la mañana. Celinda, echando pie á tierra, se despojó de su traje femenil, apareciendo con pantalones, botas de montar, camisa y corbata varoniles. Sonreía de su desobediencia al «viejo», pues así llamaba ella á su padre, según costumbre del país.
Cuatro paredes no muy altas, una cruz en el centro, una tejavana humilde a la derecha de la puerta, y en el lado de enfrente media docena de sauces llorones demarcando con sus troncos jorobados un pedacito de tierra, y rozando con las puntas de su lacio y desvaído ramaje el espeso tapiz de nieve que enrasaba toda la superficie del campo santo.
Unos pasos más allá, don Jacobo alcanzó a unos niños que, con las piernas desnudas, removían las aguas de la corriente bajo los sauces, y se familiarizó de tal modo con ellos, gracias a su charla peculiar, que fueron bastante atrevidos para subírsele por las piernas del caballo hasta la silla, y tuvo al fin que afectar una cara exageradamente feroz y largarse dejando tras de sí algunas monedas cuando quiso librarse de ellos.
Pedro tomó los remos, puso aquélla en movimiento y, abandonándola al hilo de la corriente, se dejó ir suavemente. Y por cierto que era encantador este riachuelo oculto bajo el follaje de los sauces y de los fresnos que festoneaban sus orillas. Únicamente habíase practicado acá y allá algún ligero claro para comodidad de los aficionados a la pesca.
Profundamente conmovido, se disponía Francisco a seguir el camino que la joven le había indicado, el cual en aquel sitio cruzaba un pequeño bosque de sauces y de abedules, cuando despertó su atención un ligero rumor de hojarasca y vio al mismo tiempo, confusamente, por entre los árboles la figura de un hombre joven que huía del bosquecillo y se alejaba a través de un campo de centeno.
Palabra del Dia
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