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Actualizado: 27 de mayo de 2025
A los cuatro años, los sauces, despues de haber protegido el crecimiento de los lambaivas y de las higueras bibosis, desaparecen á su vez, dejando á estos enteramente dueños del campo. Los demás árboles, y particularmente las palmeras, no se manifiestan sino al cabo de muchos años, y cuando el terreno ya bastante elevado, solo llega á inundarse en las crecientes accidentales.
Los descubridores españoles lo titularon río de los Sauces, por la gran cantidad de árboles de esta especie que cubría sus orillas. Habían disminuido mucho ahora, pero aún representaban el mayor obstáculo para su navegación, pues los troncos y raigones impulsados por la corriente batían como arietes á los barcos, quebrantándolos.
En aquel pedacito de tierra, limitado por los sauces, se sepultan desde tiempo inmemorial los muertos de la casona de Tablanca. Al emprender yo la subida a ella con las personas que me habían acompañado en la bajada y algunas más, se despidió de mí el Cura «hasta la tarde».
Al repasar las páginas del librillo de mi vida me pareció que iba yo recorriendo larguísima y desolada calle, entre dos hileras de tumbas que aquí y allá blanqueaban a la sombra de los sauces y de los cipreses. La felicidad y bienestar de mi familia en tiempos mejores vino a sonreirme, a lastimar con sus alegres memorias mi dolorido corazón. Antes abundancia, respetos, halagos, lisonjas.
Era un lugar sombrío, aunque le faltasen los lánguidos sauces y cipreses que tan bien acompañan con sus actitudes teatrales y majestuosas la solemnidad de los camposantos.
Este Rio de Sora se hace famoso por sus aguas; son gustosas y saluberrimas, á mas de ser tan delgadas y esquilmadas. Nace este, como el antecedente, del Cerro de Calilegua, y dista ocho leguas de las antecedentes juntas, las que caminamos en cinco dias. Aquí paramos hasta el dia 16, y en este parage se calafateó parte del barco, y se le puso techo de palos de sauces y cueros.
Tristán también corría los montes, si no con la carabina al hombro, al menos con un libro en la mano. Placíase en tenderse en el fondo de las cañadas a la sombra de los sauces y pasar allí largas horas saboreando a ratos las páginas de algún escritor admirado, a ratos escuchando los gorjeos de los pájaros, el manso ruido del viento en los árboles y el rumor cristalino de las aguas corrientes.
Al tiempo de marchar mandé 50 hombres de fusil y lanza, á las órdenes del teniente D. Francisco Barros y un práctico, á recojer 36 caballos, que por flacos habiamos dejado hácia el Rio de los Sauces; y á poca distancia por la costa del rio encontraron un perro de los indios y varios rastros de caballos.
La confesión es una cosa admirable en sí misma, en tierra, por ejemplo, en una iglesia de aldea donde las vidrieras dejan penetrar un alegre rayo de sol, cuando vais a partir para una larga campaña, y vuestra abuela está allí arrodillada, llorosa, haciendo arder un cirio bendito que ha dedicado a Nuestra Señora: ¡oh! sí, entonces, la confesión al oído de un juicioso y virtuoso sacerdote de cabellos blancos, que, al salir del confesionario y apoyando su brazo trémulo sobre el vuestro, os dice: «Hijo mío, vamos a ver a mis ovejas que bailan bajo los sauces allá abajo, al borde del arroyo, y de pasada llevaremos una botella de buen vino al pobre viejo Juan Luis, el protestante.»
Una tarde venía por bajo los sauces de Palermo el sargento Gómez, cuando de repente se topó con un ladrón, conocido por el apodo de Silvita que, acompañando a un individuo que respiraba honradez por todos sus poros, se ocupaba en contar los árboles del bosque.
Palabra del Dia
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