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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Y existe una leyenda cruel y sarcástica desde Cervantes hasta hoy. Se dice que el insigne manco no cenó cuando terminó el Quijote, y se cree que es muy gracioso que los literatos no almuercen nunca. Parece muy literario, muy de leyenda eso de las hambres artísticas. Por eso los aprendices de literato se lanzan a la Puerta del Sol, intrépidos argonautas del vellocino de cobre.

No, señores, dijo Pecson con su risa de calavera: para celebrar el hecho no hay como un banquete en una pansitería servido por chinos sin camisa, ¡pero sin camisa! La idea por lo sarcástica y grotesca fué aceptada; Sandoval fué el primero en aplaudirla; hacía tiempo quería ver el interior de esos establecimientos que de noche parecen tan alegres y animados.

Su rostro era el rostro de un polichinela: naricilla de poeta satírico, boca grande y sarcástica, sonrisa burlona. El cráneo voluminoso, bien conformado, acusaba rara inteligencia, aterradora precocidad. El pobre chico apuraba a sorbos una taza de leche, y no dejaba de mirarme.

Muñoz escuchaba a Julio con intermitencias; la sugestión de sus palabras alternaba en su espíritu con la angustia punzante de su amor encelado; se imaginaba a su novia casada con otro, un niño rubio en los brazos y recatada como la Virgen. Y una risa sarcástica se escapó de sus labios. Pero las circunstancias, prosiguió Julio, te ponen en la ocasión de verla con frecuencia.

Porque las mujeres como no pueden hablar de ciertas cosas sin profanarlas dijo temblando de cólera el concejal. ¡Ja, ja! Abrid los balcones, chicos, porque este chavó tiene calor dijo con risa sarcástica; y enfureciéndose de pronto: ¡Mira, niño, no me vengas con infundios! eres un mamarrachillo y ella un saco de pus. ¿Lo oyes bien?

Apuró de nuevo el vaso, y el otro José admiraba igualmente su facundia y su receptividad de bebedor. Izquierdo soltó luego una risa sarcástica, prosiguiendo así: «Dicen que les van a traer a Alifonso... ¡Pa chasco! Por que lo traigan. A cuenta que es como si verídicamente trajeran al Terso. Es la que se dice: pa lo mismo es blanco que negro.

Probablemente son éstos los únicos restos que han llegado hasta nosotros de esta poesía singular de sastres. Fórmula que los autores de entonces ponían al fin de sus manuscritos. Esto parece una alusión sarcástica á las comedias posteriores de Cervantes. En los Hijos ilustres de Sevilla, por Don Fermín Arana de Valflora, Sevilla, 1791, se omite su nombre.

Ambos eran bajos de estatura y no muy corpulentos. Sin embargo, Plutón, aunque de piernas flacas, tenía el torso robusto, los brazos largos, la mirada dura, insolente, denotando su estructura de mono bastante agilidad y fuerza. Nolo de la Braña pagó la mirada agresiva y sarcástica de los mineros con otra de curiosidad no exenta de desprecio.

Lola le había enviado una sonrisita sarcástica que acabó de exasperarla. Se dirigió a la puerta. Siento mucho haberle molestado a usted le dijo fríamente cuando estuvieron lejos. Raimundo la miró sorprendido. Cuando nadie los oía acostumbraba a tutearle. ¿Molestia? Ninguna. ; porque, al parecer, estaba usted muy a gusto al lado de esa señora....

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