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Actualizado: 17 de junio de 2025
Todavía la traductora rugió su última orden, antes de partir. Gentleman-Montaña, ¡las manos atrás! Gillespie lo hizo así, y, apenas hubo cruzado sus manos sobre la espalda, sintió en torno de las muñecas algo que parecía vivo y se enrollaba con una prontitud inteligente. Era el cable metálico de la máquina que iba á volar detrás de él.
Saltó repentinamente hacia atrás llevándose las dos manos á un hombro. Experimentaba un dolor agudísimo, como si uno de sus huesos acabase de quebrarse. Ella le había repelido con una certera presión de la hábil esgrima japonesa, que emplea las manos como armas irresistibles. ¡Ah... tal! rugió lanzando el peor de los insultos femeninos.
Yo mismo llevaré la noticia y la daré lo mejor que sepa y pueda. ¿Creen ustedes que el Rey está bajo la influencia de un narcótico? preguntó Sarto. Yo sí lo creo repliqué. ¿Y quién es el culpable? Ese infame, Miguel el Negro rugió Tarlein. Así es continuó el veterano; para que no pudiera concurrir a la coronación. Raséndil no conoce todavía a nuestro sin par Miguel.
Se detuvo otra vez mirando con espanto el rostro lívido y contraído del joven marqués, que agarrándola del brazo y sacudiéndola fuertemente rugió más que dijo: ¿Quién te ha sugerido la idea de proponerme eso?... Respóndeme... ¿Quién ha sido el miserable, el vil y el canalla que te lo ha aconsejado?... ¡Quiero ir ahora mismo a arrancarle la lengua!
¡Granuja! rugió el matón, al mismo tiempo que caía una de sus manos sobre la cara de Batiste, sonando una terrible bofetada. Como animado por tal agresión, todo el corro se lanzó contra el odiado intruso; pero encima de la línea de cabezas empezó á moverse un brazo nervudo empuñando un taburete con asiento de esparto, el mismo tal vez en que estuvo hasta poco antes Pimentó.
Su Eminencia se ahogaba, debatiéndose entre aquel círculo de manos que le agarraban instintivamente. ¡Aire...! rugió , ¡aire...! ¡Quítense de delante con mil porras! ¡Que me lleven a casa!
Y, después de un malicioso suspiro ahogado, añadió: Yo sé: los hombres son así; nos aman y nos descuidan... es su manera de ser... ¡hay que resignarse a tomarlos como son! ¡Ah, María Teresa, María Teresa! rugió sordamente la voz de Juan, ¿por qué juega usted con mi dolor? ¿Por qué ha tenido la crueldad de llamarme? Su alegría me mata... La fisonomía atormentada de Juan tenía una nueva belleza.
No creo poder salvarlos á tiempo, rugió el capitán aferrado al timón. ¡San Cristóbal nos valga! Pues en tan gran peligro estamos, quiero que ondee mi pabellón sobre cubierta, dijo el barón tranquilamente. Id á buscarlo, Roger, y clavadlo aquí.
Antes la muerte rugió Apolonio, poniéndose en pie, ahora realmente enfurecido .Yo ya estaba dispuesto a perdonar, a bendecir. Hasta pensaba en los nietecitos.... Pero eso, ¡jamás! A buena parte vas.... Que ya pensabas en los nietos, en seguida te lo calé. Pero, siéntate. Claro que no sabes ni sospechas cómo, cuándo, a qué hora y por dónde se han fugado, ni se te ocurre el medio de averiguarlo.
Se lo imaginó recorriendo el castillo en busca de la presa deseada, la inquietud del padre siguiendo sus pasos, los gritos de la muchacha, la lucha desigual entre el enfermo con su arma de ocasión y aquel hombre de guerra sostenido por la victoria. La cólera de los años juveniles despertó en él audaz y arrolladora. ¿Qué le importaba morir?... ¡Ah, bandido! rugió como el otro.
Palabra del Dia
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