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Las constituciones son vigorosas y resistentes, las fisonomías francas y despiertas, los cuerpos de talla generalmente levantada. Abundan los ojos azules, los cabellos rubios y las mejillas rosadas; y en todos los hábitos se nota la sencillez y un candor muy atractivo unido á la inteligencia práctica de las cosas.

Todo se hallaba, pues, en el mismo estado que antes de la batalla, con la diferencia de que los cañones enemigos iban a entrar en juego y a coger a los defensores por la espalda. Se veían claramente las dos piezas, los grapones, las palancas, los escobillones, los artilleros y el oficial: un individuo delgado, ancho de espaldas, de largos bigotes rubios.

, quiero ver esa fiesta, ser absorbida completamente por ese espectáculo brillante. ¡Dichosos ellos! ¡Bravo, joven! ¡qué ligereza! ¡qué gracia! ¡cómo me gustan el color de tu basquiña y las trenzas de tu moño! ¡qué bien hace esa flor azul en tus cabellos rubios! Pero te aproximas a tu pareja... ¡Guapo mozo! sus ojos te miran con amor... El también tenía una dulce mirada, pero...

JUAN. Todos nos cubrimos, hija. BENITO. Por las espaldas me ha calado el agua hasta la canal maestra. CAPACHO. Fresca es el agua del santo río Jordán; y aunque me cubrí lo que pude todavía me alcanzó un poco en los bigotes, y apostaré que los tengo rubios como un oro. BENITO. Y aun peor cincuenta veces.

Mauricio vió en un momento la composición de un cuadro y prolongando su sensación artística, examinó á su gracioso modelo, detallando su fino cuerpo, sus hombros redondos, su cabeza orlada de cabellos rubios que un rayo de sol hacía brillar como un nimbo de virgen. El pintor pensó: "Es bonita como un ángel y tímida y adorable en su cortedad.

Los niños rubios habían desaparecido de las ventanas; los paseantes, cada vez más escasos, transitaban por el exterior con el busto inclinado, llevándose una mano a la gorra y ladeando la cara para defender los ojos y las narices de algo molesto; los velos femeniles crujían lo mismo que banderas o se elevaban en espirales de color, manteniéndose rebeldes a las manos enguantadas que pretendían aprisionarlos.

El doctor reconocía que no era gran cosa como mujer: la alegría de la juventud en los ojos, los cabellos rubios de su madre, y una esbeltez de muchacha sana en la que todos los encantos femeniles están aún recogidos, como en capullo, sin la majestad exuberante de la forma definitiva. A través de su belleza en agraz, adivinábase el esqueleto fuerte y anguloso del padre.

Trajo mucho dinero, y nos compró ropa y muebles, y a dulces y juguetes, y un rorro muy lindo, de cabellos rubios y ojos azules, que decía «papá y mamá». No he olvidado a mi padre: era un caballero alto, de ojos muy hermosos, con unos bigotes muy retorcidos.

Zoraida, suspirando, cerró por algunos segundos sus hermosos ojos de anchas pupilas bajo la masa de cabellos rubios retorcidos sobre la cabeza espléndida. Le respondieron sin embargo de un modo evasivo. debes acordarte de cuando él te traía aquí... el señor Zumarán era muy bueno... Tal vez demasiado bueno.

Mi padre intervino: Si haces un esfuerzo, verás cómo te acuerdas... Un oficial de la Escuela de Guerra, pequeño, moreno... Y al ver que yo decía que no con la cabeza, pues no tenía recuerdo alguno ni empeño en tenerlo, Máximo dijo con maldad: Creo que Elena prefiere los rubios... por alusión a Lautrec que es rubio y alto. Aquel ataque me irritó. Tiene usted razón dije, prefiero los rubios.