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Actualizado: 8 de junio de 2025


Mientras decía esto, iba saludando a los circunstantes con semblante furioso. Pero como todos sabían a qué atenerse, reían. Era una mujer metida en carnes, los cabellos artificialmente rubios, los ojos un poco saltones, pero hermosos, la boca fresca y sensual; una mujer agradable, en suma, que había tenido y que seguía teniendo, a pesar de sus años, muchos apasionados.

El soldado parecía no poder dar un paso más, y muy despacio dejó caer el fusil con la culata hacia el suelo. La punta de la nariz del recién llegado la nariz de la señora Lefèvre relucía como el bronce; sus rubios bigotes temblaban; cualquiera hubiera pensado en uno de esos gavilanes grandes y flacos a los que el hambre lleva a las puertas de los establos en invierno.

Durante la misa que esta mañana he oído en la capilla del establecimiento, sólo veía los hermosos cabellos rubios de mi hijo en medio de aquella multitud de cabecitas puras como las de un ángel. ¡Qué sensible es, Dios mío, haber de abandonar a manos mercenarias el tierno pimpollo de nuestro corazón! Al salir de la iglesia he experimentado una profunda melancolía.

Ya está Salomón en el vestíbulo dijo el squire , y me parece que toca mi aire favorito: «El pequeño labrador de cabellos rubios». Nos quiere insinuar que no nos damos bastante prisa para oírlo tocar. Bob agregó dirigiéndose a su tercer hijo, mozo de largas piernas que estaba en el otro extremo de la mesa , abrid la puerta y decidle a Salomón que entre. Que nos toque aquí una pieza.

Muy hermoso..., muy hermoso replicó la anciana ; es muy sencillo: ¡quiero vengarme! Esos austriacos, esos prusianos, esos hombres rubios que nos han exterminado otras veces..., yo los odio..., yo los detesto de padres a hijos. ¡Eso es! Usted comprará la pólvora y ese loco miserable verá si nosotros vamos a reedificar sus castillos.

Con este favor, pronto subió Mutileder a capitán de una compañía de filisteos, rubios casi tanto como él, y que formaban parte de la guardia real. Lo que no pudo conseguir fue ver a Echeloría. ¿Quién sabe si la misma gentileza de Mutileder sería óbice para que entrase él en el número de los sesenta, no hiciera el diablo que inquietase a las damas en vez de aquietarlas?

Pues así y todo, con elementos tan monótonos, Antoñita había hecho confesar a sus amigos sexagenarios que jamás habían gozado de mejores tertulias que las de su casa, aun en tiempos en que sus cabellos blancos eran negros o rubios. Ciertamente, era un hermoso triunfo y para alcanzarlo había necesitado Antoñita valerse de su encanto seductor, de su carácter risueño y de su amabilidad exquisita.

La salud brillaba en sus frescas y sonrosadas mejillas; la calma, en su cándida y tersa frente, coronada de rubios rizos; la serenidad del espíritu, en sus ojos azules, donde cierto fulgor apacible de caridad y de sentimientos piadosos suavizaba el ingénito orgullo.

Sus ojos negros, dulces y profundos, mortificados por las lágrimas, presentaban un círculo azulado, y su frente admirable, coronada de cabellos rubios ondulados y recogidos sin coquetería, daba á aquella altiva fisonomía un aire de incomparable nobleza.

Salomón, que era fino y discreto, creyó que el mayor obsequio que podía hacer a Guadé, mientras morase en su alcázar, y siendo ella de un moreno muy subido de punto, era darle para guardia de su persona a los filisteos que mandaba Mutileder, todos rubios, blancos y sonrosados.

Palabra del Dia

rigoleto

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