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Actualizado: 14 de junio de 2025
¡Vive Dios! exclamó el general levantándose colérico y rechazando con el pie el sillón, que fue rodando al centro de la sala; ¿me has tomado por un recluta? ¿Crees que voy a dejarme manejar por una mujer, por una muñeca? Usted vendrá, señora; usted vendrá, porque yo se lo ordeno. He dicho que no. ¿Y por qué? ¡voto a!... ¿por qué?
Después de los estrechos abrazos de costumbre y de las exclamaciones, plácemes y preguntas de rigor en estas entrevistas; después de hablar largo y tendido sobre las novedades que andaban por Madrid, la varia fortuna de la guerra y los amigotes muertos ó ausentes, rodando de uno en otro asunto la conversación, vino á parar al tema obligado, esto es, las penalidades del servicio, la falta de distracciones de la ciudad y el inconveniente de los alojamientos.
»Apenas poseo el instinto de los viajes. De la plea á la baja mar, bastante hacemos con ir rodando. Pegado estrictamente en mi roca, resolveré allí el problema que vuestro futuro favorito, el hombre, debe buscar en vano, el problema de la seguridad: excluir estrictamente el enemigo, al paso que recibimos al amigo, sobre todo el agua, el aire y la luz.
Yendo, pues, en él dando vuelcos a un lado y otro, como fariseo en paso, y los demás niños todos aderezados tras mí, pasamos por la plaza aún de acordarme tengo miedo y llegando cerca de las mesas de las verdureras Dios nos libre agarró mi caballo un repollo a una, y ni fué visto ni oído cuando lo despachó a las tripas, a las cuales, como iba rodando por el gaznate, no llegó en mucho tiempo.
Su furia salvadora le hacía continuar puñal en mano la imaginaria matanza. ¡Segundo golpe!: el príncipe heredero rodando por un lado y su cabeza por otro. ¡Una lluvia de cuchilladas!: todos los generales invencibles de que hablaba su tía huyendo con las tripas en las manos, y á la cola de ellos, como lacayo adulador que recibía igualmente su parte, el tío de Berlín... ¡Ay, si se le presentase ocasión para realizar sus deseos!
Todo es nuevo para este pobrete que pasó su vida rodando por casas de huéspedes de las más baratas, y en cuanto a buques, no ha visto otros que las barquillas del estanque del Retiro... Y esto es grande, ¡muy grande! Calló un instante, como si concentrase su pensamiento para apreciar mejor tanta grandeza, y luego continuó: Lo que nos rodea aún es más enorme.
Cuando ya se creían rodando por el abismo, la jaula se detuvo tranquilamente. Oyeron unas frescas carcajadas y sus ojos espantados miraron, a la trémula luz de los candiles, un grupo de mineros cuyos rostros risueños cambiaron repentinamente de expresión reflejando el temor y el asombro. ¿Qué es eso? ¿Qué broma es ésta? exclamó el director saltando furioso de la jaula y dirigiéndose a ellos.
Esto, dicho entre cabriolas, manoteos y risotadas, delante de toda aquella gente, y sin respeto alguno a la autoridad del señor Cura, dejó desconcertado y mohíno a Pepazos, y a Chisco del color de la nieve, y no de frío, sino de santa indignación que puso a Chorcos en grave riesgo de bajar rodando una ladera «pendía» que asomaba a diez varas de ellos.
Corrieron los dos jinetes tras el animal, acosándolo cada uno por su lado, cortándole el paso cuando intentaba desviarse hacia el río, hasta que el marqués, espoleando su jaca, ganó distancia, se aproximó al toro con la garrocha por delante, y clavándola en su cola, logró, con el empuje combinado de su brazo y su caballo, que perdiese el equilibrio, rodando por el suelo con la panza al aire, los cuernos clavados en la tierra y las cuatro patas en alto.
El borracho, avejentado prematuramente, era un barón de Berlín, antiguo capitán de la Guardia imperial, que había perdido al juegos sumas importantes confiadas por sus superiores. En vez de matarse, como lo exigía su familia, se vino á América, rodando hasta lo más bajo. Empezó siendo general en el Nuevo Mundo, y acabó de peón ebrio y mal trabajador.
Palabra del Dia
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