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Actualizado: 14 de junio de 2025


Creyó, pues, que el mejor medio de asociarse a sus intenciones, y desconcertar al público, era mostrarse esa noche con la señora de Maurescamp en los mismos términos de siempre. Aunque haciendo un gran esfuerzo, hízolo como un deber de delicadeza. Escribió dos cartas, una para su madre y otra para Juana, y a las once apareció risueño en el hotel de Hermany.

Daba gritos de susto por su caída, y al quedar sentado en la mano del gigante tampoco se consideró seguro, agarrándose á uno de sus dedos. Al fin pareció serenarse, echando atrás el velo que cubría su rostro para poder hablar. Sólo por usted soy capaz de arrostrar tantos peligros. Pero todo lo doy por bien empleado á cambio del placer de verle. Esta vez el asombro de Gillespie fué risueño.

Aquel risueño edificio era el Palacio del Emperador, al cual servía de vestíbulo el descubierto y alegre aposento que estábamos mirando, aposento restaurado recientemente por el Sr. Marqués de Miravel, mediante costosísimas obras, en que se ha respetado religiosamente la primitiva forma y disposición de la parte arruinada.

Acercó después el comerciante una silla con ademán misterioso, y sentándose frente al joven y mirándole entre risueño y avergonzado, dijo, dándole al propio tiempo una palmadita en el muslo: Vamos a ver, Gonzalito: ¿qué te parece de la cuestión del matadero? ¿El matadero? preguntó aquél abriendo unos ojos como puños.

El par quedó fuera de sitio, torpemente prendido, y uno de los palos se cayó con el movimiento de sorpresa de la bestia. Pero esto no importaba. Con la debilidad que las muchedumbres sienten siempre por sus ídolos, excusando y justificando sus defectos, todo el público celebraba risueño esta audacia.

Ahora, si estas menudencias no valen nada para ustedes, la cuestión cambia de aspecto; y si el destino del hombre sobre la tierra es otro que hacer risueño y apacible el grupo de una familia cobijada al calor del hogar doméstico, confieso sin repugnancia que nuestras patriarcales costumbres fueron un borrón que manchó á la humanidad en los tiempos del llamado obscurantismo.

Pero eso no prueba nada. Tenéis razón; eso no probaría nada si, después de no haber podido entrar tampoco el duque de Pastrana, ni el de Uceda, á pesar de su oficio de gentileshombres de la cámara del rey, no hubiese salido el duque de Lerma tan risueño y alegre que parecía decir á todo el mundo: ya no tengo enemigos... Dióme lástima, porque en mismo tiene el mayor enemigo Lerma.

Cuando amaneció, al fin, tiritaba yo de frío... y de tristeza, sentado a la cabecera de la cama de mi tío, después de haber visto desde la solana de mi cuarto que no se presentaba el nuevo día más risueño que el anterior, y de enviar recado a Neluco para que anticipara la visita cuanto le fuera posible.

Tu extraordinaria bondad, tus nobles prendas, tu seductora belleza, que ha de cautivar los corazones y encender el más puro amor en cuantos te traten, asegúrante un porvenir risueño. Yo te juro que te querré mientras viva, ciego o con vista, y que estoy dispuesto a jurarte delante de Dios un amor grande, insaciable, eterno. ¿No me dices nada?

Me embarqué para Nápoles, pero no volví a Sorrento, cuyo risueño aspecto y el dichoso porvenir que en él había concebido me lo hacían aborrecible. Corrí a ocultar mi dolor bajo los sombríos muros del castillo de Arcos. Sus antiguas torres, sus murallas ennegrecidas y deterioradas por el tiempo, exhalaban una melancolía que estaba en consonancia con mi tristeza.

Palabra del Dia

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