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Actualizado: 31 de agosto de 2025
No, no, no se pega dijo Isidora, atándole en su sitio la falda . No le gusta más que pegar. En las piernas no tiene fuerzas; pero en los brazos... Riquín, hijo mío, dile: «Yo voy a ser un hombre de puños...». ¡Leña a ella!... Como te coja... Cuidado como riñen a mi cabezudito.
Soltáronle en efecto. Pero como quiera que los novillos no valgan nada cuando no hacen alguna de las suyas, amotinose en la plaza la parcialidad contraria a nuestro jaque, clamando que para eso no se sacaba el novillo, y el que no supiese torear la pagase, y que había sido una mala partida meterse entre dos que riñen a su salvo: que aquello de ayudar al capeador había sido una alevosía contra el toro; y aun es fama que alguno de los más leídos, que debía ser sobrino del cura, trató aquello de traición semejante a la de Beltrán Claquín, como le llama nuestro Mariana, cuando, volviendo lo de abajo arriba, dijo en Montiel: Ni quito ni pongo rey.
Una noche, estando Astolfo de visita en casa de su amada, penetra en ella el Duque á la fuerza. Los dos rivales riñen. Astolfo cae y es dejado por muerto. La herida, sin embargo, no es mortal; trasladado á casa de un amigo, permanece allí oculto hasta después de su convalecencia, temeroso de la venganza del Duque.
Entre godos eran solo estas discordias i semejantes á las de dos fieras que despues de darse favor para conseguir una presa, i despues de conseguirla riñen furiosamente con propósito cada cual de hacerla suya. Ni eran despreciados, ni oprimidos.
El viérnes santo, miéntras duraba el sermon de la pasion, dábanse todos «muchas bofetadas y golpes de pechos ...» «Luego se ordena la procesion por la plaza, y calles principales, llevando en unas andas la imágen de bulto de Cristo crucificado, y en otras la de la Santísima Virgen, con mas de doscientas luces, en un silencio y compostura tan grande que no se oye una palabra, sinó los azotes de un crecido número de penitentes de sangre, arrastrando sogas y palos pesados, y otros vestidos de nazareno, con cruces á los hombros, cantando los coros de músicos el miserere ...» «Varios coros en la iglesia cantan lamentaciones, mientras duran las penitencias y penitentes que van pasando delante del monumento, haciendo reverencia y mas recia disciplina á vista de la imágen de Cristo crucificado .» Cuando sobrevenía una peste, inmediatamente se rezaba una novena, acompañada de ayunos y otras penitencias; entónces; «cada noche hay plática y acto de contricion, y se van siguiendo las parcialidades á hacer disciplina, y si algunos por viejos, ó por la novedad del ejercicio, su dan con poca fuerza, se enojan los oyentes, y le riñen que apriete la mano .» Así pues, segun el estado de exageracion religiosa de la España en aquella época, los Jesuitas á mas de los principios de sana moral y de la religion católica, impusieron á los fanáticos Moxos esos castigos corporales, que los ultrajaban, quitándole no poco á su dignidad de hombres.
El buen señor pasa media hora arrojando puñados á los transeuntes; muchachos, menestrales y mujeres del pueblo se agolpan á coger las monedas; al verlos reunidos en un punto, arroja un puñado en otra direccion; todos corren, se chocan, se apiñan, gritan, riñen, pelean, exclaman, se insultan, se agarran, y el ruso se divierte. Yo ignoraba que en Rusia se divertian de este modo.
La revelación, una vez hecha por medios verosímiles, ordenados con exquisito arte, hace inevitable el conflicto. Los dos rivales salen al campo y riñen a puñaladas. La riña está vigorosamente descrita. Muere en ella el burlador, que en los últimos momentos y escenas de su vida se ha mostrado generoso y simpático. Así termina la novela.
¡Bronca en el 3! gritaban alegremente .¡Ahora riñen en el 5! Siguiendo el impulso contagioso de las muchedumbres, todos se agitaban y se ponían en pie, queriendo ver por encima de las cabezas de los vecinos, sin poder distinguir otra cosa que la lenta ascensión de los policías, los cuales, abriéndose paso de grada en grada, llegaban al grupo en cuyo seno se desarrollaba la reyerta.
-Eso Dios lo puede remediar -respondió Sancho-, porque sé más refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos a la boca cuando hablo, que riñen por salir unos con otros, pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan a pelo.
Fuera de los mercados, los desvanes y las alcantarillas existe también la verdad. El mismo apóstol del naturalismo, Emilio Zola, lo reconoce pintando escenas de acabada y sublime poesía, que riñen ciertamente con sus exageradas teorías estéticas. No he querido en la presente obra herir al misticismo verdadero ni ridiculizar la vida contemplativa.
Palabra del Dia
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