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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Una gran barca vieja y deteriorada, que servía para trasportar a los paisanos de una orilla a otra en los días de mercado, yacía amarrada por una cadena a la orilla, debajo de unos juncales que la sombreaban. ¡Ay, qué lástima! exclamó la joven devota cogiendo entre sus manos la cadena. ¡Tiene candado! Me alegro. Eso evita que usted hiciera una locura. Pues yo no renuncio a flotar un poco.
Mientras la casa no esté completamente a flote, yo renuncio a mis sueldos; con esto, usted asegura dos mil pesos de renta a su hija; la señora Aubry, haciendo economías en la casa, encontrará pronto los mil pesos restantes. Para formar el capital de sesenta mil pesos, yo traspaso al fondo social los sesenta mil pesos que usted me ha hecho ganar.
Martí, años después, pensando sin duda en esa historia romántica que estremeció su existencia, escribió estos divinos versos de ternura y melancolía: Otras pasiones inspiró Martí, a otras mujeres, pero acaso ninguna tan pura y tan hermosa como esa que inspiró a la niña de Guatemala, la de las manos de lirios y la frente purísima: luz y música hecha carne.... Y cuando de orden del señor Ministro de la Guerra se le quitó la dirección de la Escuela Normal de aquel país, a su amigo y paisano José María Izaguirre, renunció puestos y honores y vino a Cuba, ya firmada la paz del Zanjón, en 1878.
El señor de Lerne se levantó también inmediatamente diciendo: Perdón por haberos detenido tanto tiempo. ¡Pero yo no renuncio! dijo ella graciosamente al alejarse.
Por estos tiempos hacía ya muchos años que se celebraban allí las clásicas veladas de San Juan y San Pedro, que tan características notas ofrecían de nuestras fiestas populares, y las cuales renuncio á describir aquí, cómo se verificaban entonces.
El P. Herrera murió a fines del 78 en su curato de San Sebastián. Poco antes fué llamado al coro de la Catedral de Jalapa, pero el humilde anciano renunció la prebenda. ¡No! ¡No! contestó. No quiero canongías.... De aquí... ¡al cielo, si Dios Nuestro Señor tiene piedad de este pobre pecador! Gabriela casó con Ernesto, y es madre de dos niños tan hermosos como ella. ¿Es feliz? Creo que sí.
La estabilidad de la residencia en un punto determinado; los lazos establecidos, cada día más firmes, y que hubieran sido sin duda lazos de fervoroso afecto respecto de un hombre que tan fácilmente cautivaba el corazón de los otros; la posibilidad de una posición económica relativamente holgada, que para ello tenía aptitudes, condiciones, simpatía, relaciones e inteligencia bastantes, aunque tal vez no el carácter que se necesita para estas apacibles empresas, un tanto vulgares; todo esto lo renunció, momento tras momento, un día tras otro de su vida.
Renuncio á describir las mil manifestaciones frenéticas que constituyen la ovación del triunfador salvaje; como renuncio á pintar el sereno orgullo de aquel bello demonio, de aquel majo que reune en su persona, para las mujeres de cierta condición, el ideal del valor y la galantería. ¡Ay del Espada si la suerte le es adversa!
Luisa se ha quedado para vestir santos. Ocaña se metió a tinterillo. Venegas renunció la «Escuela Nacional», se lanzó a la revolución, y ahora es diputado por obra y gracia de Tuxtepec. Buena memoria dejaron en Villaverde el doctor Sarmiento y mi buen maestro don Román. Todos se acuerdan de ellos, alaban sus virtudes, y se dicen amigos del uno y discípulos del otro.
ii Por lo dicho se habrá comprendido que el Delfín era un hombre enteramente desocupado. Cuando se casó, hízole proposiciones don Baldomero para que tomase algunos miles y negociara con ellos, ya jugando a la Bolsa, ya en otra especulación cualquiera. Aceptó el joven, mas no le satisfizo el ensayo, y renunció en absoluto a meterse en negocios que traen muchas incertidumbres y desvelos.
Palabra del Dia
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